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También me gritaron “¡cubano, carne rusa!”

Crucero soviètico Almirante Najìmov

Crucero soviètico Almirante Najìmov

Andux, que no andaba muy bien en sus cabales por alteraciones en campaña, lo interpretó al revés, que solicitaban comida enlatada. Tuve que explicarle lo que ello significaba para que entonces comenzara a vociferarles hijos de puta a los lancheros hasta que colapsaron sus cuerdas vocales. Era negro y se puso de cuello rojo de tanto gritar, con las venas que parecían estallar en cualquier momento.

Esto de los mercenarios cubanos contratados por Rusia ha dado pie a un gran debate de múltiples matices en las redes mientras duren las investigaciones y podamos conocer el final de la historia de punta a rabo, sin nebulosas y medias tintas. También, en ocasión, a ciertas remembranzas adicionales muy personales.

De excelente fuente, de un entonces general del ejército, conocí que Agostino Neto, presidente de Angola, le había propuesto a Fidel Castro indemnizar a los familiares de los cubanos muertos (2.016), mutilados o heridos en la guerra. Fidel se negó rotundamente, aclarándole que no habíamos ido allí por dinero.

También al caso, como saltando de una en otra, pero con eso de “mercenario” dando vueltas en la cabeza, aquella honrosa y triste misión de construir un cementerio en Harar, Etiopía, donde tendrían temporal descanso nuestros poco menos de 40 muertos. Entre ellos, un asesor soviético, con su bandera roja con la hoz y el martillo en dorado porque la de hoy es diferente. Otros los tiempos. De camarada a señor es más que suficiente. La Rusia actual permite ejércitos privados.

Es que se lo comentaba públicamente a un conocido opositor con el que tengo diferencias políticas, pero con el que se puede dialogar, discutir y polemizar, que este asunto tiene mucha tela por donde cortar, que estaba a la caza del amolador, que no ha perdido su centenaria y llamativa melodía, para un esmerado afilado en las tijeras.

La conversación terminó con “usted no pierde su reconocido sentido del humor”.

Debí responderle que no veo risas por ninguna parte. Ni en la equivocación de Andux.

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