Standard & Poors (S&P) ha elevado sus previsiones de precios para 2018 del petróleo Brent, la principal referencia de los mercados europeos, hasta los 55 dólares por barril, mientras que ha mantenido en los 50 dólares el del West Texas, referencia estadounidense. En un informe recogido por Europa Press, la agencia de calificación pronostica que el nominal diferencial entre el Brent y el West Texas, que se ha situado en torno a los 6 dólares por barril este año, será más “pequeño” el año que viene.
En este sentido, el informe afirma que el Brent, que se ha estado intercambiando por encima de los 60 dólares por barril desde el pasado 27 de octubre, permanecerá por encima de este rango en lo que respecta a los precios de futuros hasta noviembre del año que viene. “El aumento de los precios del petróleo es el reflejo de los recortes de producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), de las interrupciones de suministro y de las caídas temporales de la producción, así como por las positivas perspectivas sobre la demanda”, explica.
A pesar de la reducción de la producción en Irak y otras zonas, S&P cree que estos problemas específicos de suministro se abordarán en los próximos meses. Además, el acuerdo de la OPEP y otros países no pertenecientes al cartel como Rusia, basado en el recorte de la producción en 1,8 millones de barriles al día, está siendo “clave” para la relativa estabilidad de los precios del crudo, afirma la agencia.
En referencia a la reunión de la OPEP, prevista para el próximo jueves, S&P confía en que se acuerde mantener los recortes de producción más allá de marzo de 2018. No obstante, también observa “ciertos riesgos” respecto a que el cumplimiento pueda debilitarse por parte de algunos productores a lo largo del año, aunque asegura que hasta la fecha ha sido “ampliamente consistente”.
En cuanto a la demanda, la agencia cree que seguirá siendo claramente “positiva” durante el próximo año, aunque se moderará en el largo plazo. Entre los posibles factores que pueden contribuir a esta desaceleración, S&P cita el desarrollo de los vehículos eléctricos y la transición energética.
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