Reírse y seguir “pa’lante”

Desde el malecón

Reírse y seguir “pa’lante”

Reirse y seguir “pa’lante”. No hay de otra para evitar un infarto.

La Habana

Calle en La Habana

No pierde el cubano el sentido del humor ni en las circunstancias más dramáticas. Tal vez por ello, muchos opten por el incinerador y no el velorio tradicional que sirve, además, de punto de reunión de viejos amigos para no saltar de un chiste a otro mientras dure la estancia en la funeraria. Parece que veneramos al fallecido con las risas que compartimos con él en vida.

Quienes hayan vivido una o dos guerras también podrán conformar una antología de acontecimientos en los momentos más álgidos de la confrontación como aquel bisoño teniente que venido de Cuba tuvo que sustituir al jefe del puesto de mando y al acercarse los tanques enemigos, se movía de un lado a otro de la trinchera diciendo que “no sé qué me pasa hoy que no puedo coordinar”.

Nuestro recurrente inspector de la campaña anti Aedes aegypti se disgusta cuando le llaman “el de los mosquitos”. “Soy de Salud Pública”, rectifica con orgullo burlesco.

Dada la situación tan crítica que vive la isla tanto desde el punto de vista epidemiológico con el virus del Covid-19 al frente, como con la economía casi en bancarrota, estos soldados van al frente sin armas para el enfrentamiento en un momento en que todas las fuerzas están en función de la pandemia y no de otra cosa como esa llamada dengue.

De modo y manera que la gente les pide a gritos que fumiguen, vana acción porque ellos carecen de petróleo e insecticidas para las conocidas “bazucas”.

-Cierre la casa a las 6 pm que es cuando entran los mosquitos -orienta con aires doctorales y conocedor de que el vampirito alado es muy puntual a la hora de la visita.

Y en ese recorrido diario, el encuentro con una señora mayor que le ruega encarecidamente algo para eliminar ratones.

-Lo mejor para los ratones es que se busque un gato, mi vieja.

La anciana le acepta la broma-consejo, esboza una sonrisa al tiempo que su cabeza no cesa de girar de derecha a izquierda y viceversa como péndulo en movimiento constante.

Reirse y seguir “pa’lante”. No hay de otra para evitar un infarto.

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