El tricornio de Tejero

23-F

El tricornio de Tejero

Diego Carcedo, periodista

Se había anunciado a bombo y platillo que lo subastarían con un precio de salida de 6.000 euros y resulta que… ¡era falso! El facherío pata negra trina con lo que está ocurriendo con el tricornio de Tejero. Ahí es nada una prenda tan valiosa para exhibir en casa ante los invitados de la misma cuerda, cuya posibilidad se ha visto de pronto volatilizada. Se había anunciado a bombo y platillo que lo subastarían en Durán con un precio de salida de seis mil euros y cuando muchos empezaban a hacerse ilusiones después de contar y recontar sus ahorros, resulta que el tricornio que se les ofrecía, muy abrillantado e impecable en las costuras, resulta que… ¡era falso!

Pero bueno, ¿a quién puede ocurrírsele falsificar un tricornio con la paternidad exclusiva del golpista contemporáneo por excelencia? ¡Qué falta de respeto a la Guardia Civil! Hay gente para todo y cuando se ve un euro volando, los oportunistas emergen como los hongos en la primavera. Menos mal que el ínclito Tejero está en todo, dedicado a pintar sus cuadros pero sin quitarle el ojo a lo demás que pasa, y se percató de que su tricornio, el mismo que llevaba el 23 F, el mismo con el que amenazó la libertad de todos los españoles, no está en venta.

¡Qué va! Lo guarda en su domicilio como parte de su uniforme inservible, porque ya no pertenece al Cuerpo. Sospecho que cuando vio la noticia de la subasta en la prensa se asustó, temió que su mujer lo hubiese tirado a la basura como se hace con tantos enseres que acaban estorbando en el hogar, pero no, estaba en su sitio de siempre, protegido en su interior con algodones para que algún peso no lo aplaste, y como muestra imperecedera de tiempos para unos de gloria y de los más de oprobio.

No habrá subasta porque Durán es una galería seria y no da gato por liebre a sus clientes. Y es una pena a pesar de lo cómica que se anticipaba la oferta porque la puja seguro que habría ofrecido destellos curiosos de aficiones esperpénticas y fanatismos tristes. Otra vez será, porque el tricornio de Tejero no por estar amenazado por las imitaciones deja de estar ahí, celosamente conservado, como recuerdo de unas horas muy tristes de la historia de España. Su valor es incalculable, porque nada en los tiempos modernos acojonó tanto a los españoles como su silueta emergiendo aquella tarde fatídica en el Hemiciclo del Congreso.

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