Mear de pago

Opinión

Mear de pago

Diego Carcedo, periodista

Mear, o hacer pis si vamos a ponernos cursis, era una de las pocas cosas que aún teníamos gratis los españoles. Pero será por poco tiempo. Los ojeadores de oportunidades para seguir rapiñando en los bolsillos de los ciudadanos no descansan ni en agosto. Y a la vista de que ya casi no queda donde poner una tasa y gravar un nuevo impuesto, más allá de subir el IVA, se han fijado en las necesidades fisiológicas y en ellas han visto fuente inagotable e ineludible de recaudación.

Pagar para entrar en un urinario va a ensayarla Adif en sus estaciones ferroviarias, empezando por la de Atocha, que para algo es la que concentra mayor número de usuarios. Los pasajeros que esperan para subirse a un tren no podrán aliviar más sus necesidades con la urgencia requerida y la gratuidad acostumbrada. Antes tendrán que pasar por una taquilla o ante una máquina expendedora, aportar unas monedas y ¡ala!, a evacuar antes de que el convoy se ponga en marcha o la necesidad se desborde.

Para los transeúntes que cruzan la plaza de Atocha y necesitan ir a un baño, los servicios de la estación ya no serán de acceso gratuito tampoco, claro. Para usarlos tendrán que pagar y por anticipado se recomienda que lleven suelto porque tener que cambiar previamente billetes de papel será doblemente latoso. RENFE, que siempre anda a la cuarta pregunta, parece que ha encontrado una nueva vía para enjugar su déficit crónico.

Los pasajeros con cistitis o prostatitis serán una mina. Para los ciudadanos, las tarifas que se implantan son un aviso de que pronto cundirá el ejemplo y serán otros muchos servicios públicos los que van a convertirse en servicios de pago. Pago obligado, claro, porque de ciertas cosas se puede prescindir, y la austeridad impuesta lo está consiguiendo, pero de hacer ciertas necesidades, no. Mear gratis era uno de los pocos privilegios que nos quedaba, el próximo en caer mucho me temo que sea el de respirar.

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