Fin de fiesta en la corte madrileña

Detrás de la cortina

Fin de fiesta en la corte madrileña

Rafael Alba, periodista

La resaca del fracaso de Madrid 2020 va a resultar más dura de lo que parece para la clase política de la capital de España. Ni en el poder, ni en la oposición parece que nadie tuviera ningún proyecto para la ciudad o la comunidad autónoma distinto del fallido sueño olímpico.

Ana Botella e Ignacio González son simples herederos y quizá sólo estén e paso. La alcaldesa, que tiene más futuro como estrella de You Tube que como candidata, heredó un proyecto impulsado por su mentor y antecesor, Alberto Ruiz Gallardón, actual ministro de Justicia, que junto a un grupo de aguerridos empresarios, que se le suponían cercanos, alumbró la idea. Hombres como Fernando Fernández Tapias o Florentino Pérez que contribuyeron a construir ese Madrid inhóspito lleno de cemento, en el que, según las leyendas urbanas, no había bancos en las calles para que no se llenaran de mendigos.

Un Madrid inmerso en la cultura de la burbuja inmobiliaria que acumula una deuda de récord y que ahora, por culpa de aquellos antecedentes y de una gestión presente más que cuestionable se mueve a la deriva entre recortes y pérdidas. Y quizá siga así mucho tiempo porque en el PP se ha abierto ya el melón de la sucesión de Ana Botella y nadie va a estar en otra cosa en los próximos meses que en colocarse en el lugar correcto para no perder comba.

En la Comunidad pasa algo parecido. Ignacio González y los suyos están cercados por la Justicia entre los avances del ‘caso Gürtel’ y el éxito de la ‘marea blanca’ que ahora va a por todas. Ya no se trata sólo de parar las últimas privatizaciones sanitarias, los médicos en lucha aspiran a dar un golpe mortal a todo el proceso desarrollado alrededor de un sistema sanitario expoliado y a terminar para siempre con esa puerta giratoria entre la política y la empresa privada que antiguos consejeros de Salud com Lamela o Güemes, utilizaron con tanto ‘garbo’.

Y por mucho que González quiera desvincularse del fracaso de la candidatura olímpica, no va a poder hacerlo. Como mínimo ha perdido la coartada con la que podría haber intentado capear el temporal una vez que se hubiera subido, convenientemente, al carro de los vencedores, con la misma rapidez que se ha bajado de él.

Sin embargo, este PP madrileño al borde del K.O. aún confía en recuperarse. Y si puede albergar ese sueño es por la endémica debilidad del rival. De esos socialistas incapaces de ganarles durante décadas, sin proyecto, ni candidato y que, a su manera, también estuvieron dedicándose a los ‘negocios inmobiliarios’ en los años de cemento. Ni siquiera ahora, tras el fracaso, parecen en condiciones de aprovechar la circunstancia. Aunque esta vez hay otros partidos que, a lo mejor, sí tienen capacidad de cambiar el panorama. O no. Ya lo dirá el tiempo.

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