GENTE PARA TODO

Opinión

GENTE PARA TODO

¿Quién ha dicho que vivimos tiempos de liberación sexual? A ver, que levante la mano y le contaré para que se entere de su error lo que está pasando en Aceh, isla de Sumatra, en Indonesia. La idea del polvo fuera de casa, que con frecuencia suele tener efectos saludables, se ha convertido allí en un peligro. Pero un peligro serio de verdad, no el riesgo nuestro de que el pariente o la parienta cojan el clásico cabreo de Dios te ampare si se enteran. No, en Aceh las autoridades regionales quieren hacer uso de sus prerrogativas, que para eso han renunciado a seguir reclamando la independencia del lugar y han logrado sus bulas constitucionales, y se aprestan a legislar con arreglo a la sharía, la Ley coránica que con tanta severidad se obstina en castigar las faltas y pecados cometidos desde el bajo vientre. Para empezar, los adúlteros y las adúlteras, las adúlteras más como es fácil intuir, empezarán a pagar la claudicación a sus tentaciones carnales con la lapidación. Así como suena: con la muerte a pedradas limpias de sus convecinos, lo cual sospecho que además del desagradable trance de tener que morirse anticipadamente debe añadir la sensación estremecedora de una lluvia de piedras sobre cabeza y piel. Esos sí que son orgasmos caros y no los pagados a tocateja en los aledaños de la boquería barcelonesa. Pero tampoco hay que ir tan lejos e incurrir en adulterio para enterarse de lo que vale un peine entre fundamentalistas. A los que sean sorprendidos besándose en la calle, semejante licencia tampoco les saldrá gratis y a los que la pasión les lleve a mantener relaciones prematrimoniales, pues… los cien latigazos de rigor; cien latigazos que, mucho me temo o poco entiendo yo de esas cosas, es más que probable no les dejen ni ganas ni fuerzas para repetir iniciativas similares por mucho que ya se vean casados. La gente, aseguran los líderes religiosos, apoya estas medidas, cosa comprensible porque sabido es que hay gente para todo.

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