A ver, que el que avisa no es traidor. ¡Atención, italianos!: cuidado con las carteras. Silvio Berlusconi amaga con volver a la política activa bajo la ideología del esperpento. Si Dios no lo evita, y el Vaticano seguramente no lo implorará, luchará por recuperar el poder perdido en las próximas elecciones. Ya lo decía mi abuelo, el poder es el único vicio del que los adictos no se apean por mal que les cause. El Cavaliere no parece que quiera regresar por dinero, porque dinero le sobra; pero se ve que echa de menos su capacidad de mandar y chanchulear junto a las reverencias de su corte de aduladores, esclavas sexuales incluidas.
De nada sirve que los italianos, muchos de los cuales hay que apresurarse a añadir que son culpables de sus desmanes, estén bien sin Berlusconi al frente del Gobierno, que Monti, su sucesor, hombre serio y preparado para gobernar, lo esté haciendo bien, y que por Berlusconi sólo pregunten algunos medios de su propiedad y algunos paniaguados que echen de menos las prebendas que conseguían con su caudillo al frente del Ejecutivo. Hasta Italia había recuperado prestigio internacional desde que don Silvio y sus excentricidades pasaron a la privacidad.
Pero él no se rinde. Se cree el hombre providencial que su país necesita para salir del atolladero en que lo dejó hace un año cuando realmente su retorno es lo que puede volver a hundirla en los males y problemas en que cayó durante su mandato. Los italianos son, eso también es cierto, quienes tienen en su voto la posibilidad de evitarlo, de poner a Berlusconi de nuevo en su sitio que son los banquillos de los acusados de audiencias y juzgados. Lo malo es que vista la experiencia y su proclividad a tropezar varias veces en la misma piedra, en una de estas muchos vuelven a votarle, que para algo es rico, machote y payaso procaz. Que no les pase nada si persisten en su irresponsabilidad.
