Cuando Fidel Castro logró alcanzar el poder en la mayor de las Antillas en 1959, estatalizó hasta los limpiabotas que se ganaban la vida en las calles de La Habana. Su hermano, Raúl, que el pasado domingo celebró su quinto aniversario en el poder, trata ahora de reconvertir la situación luchando por el asentamiento de un sector privado en la Isla.
Varios diplomáticos ociosos afincados en la capital cubana han señalado que la primera fase de esta evolución económica ha generado la creación de multitud de negocios, en su mayor parte puestos de comida o artesanía ambulantes, que corren a cuenta de los llamados ‘cuentapropistas’. Ahora Raúl Castro aspira, a partir de octubre, a ver en La Habana restaurantes, cafeterías y otros negocios del estilo que pasen del Estado a los emprendedores. Lo que supone, de conseguirlo, un paso más en todo el proceso.
