Nieva en otoño y por lo tanto el Plan de Emergencias Invernales cuenta poco. Es lo que pasa con los planes de emergencia, se diseñan de un año para otro. Ya verán cómo el año que viene sacamos las quitanieves en cuanto se recoja la última sombrilla en la playa y los niños vuelvan al cole. Pero entonces es posible que no nieve porque en septiembre no se conoce ventisca, pero eso sí, a nosotros no nos vuelve a coger en un descuido una alerta meteorológica inoportuna.
Como los planes se hacen de año en año, tanto los de nevadas como los económicos, sucede que todo esto que nos pasa ahora lo tendremos bien previsto y protocolizado para el año que viene. Es posible que entonces sea un poco tarde pero la mecánica funciona así y no podemos acelerar el proceso. Planes de corto plazo no hay. Y menos en economía que empieza a ser una de las ciencias ocultas favoritas que tiene España, aquí todo el mundo sabe pero nadie ha escuchado una voz del más allá alertándonos de si hay vida más allá del Ibex.
Con lo de la nieve parece que estamos más acostumbrados aunque sea fuera de temporada, pero con los sustos de la economía no experimentamos nunca. Los soponcios de los mercados van a tener difícil arreglo, no hay desfibrilador que aguante esta tensión de todos los días, ni valor que se pueda considerar seguro. Habrá que convocar al sindicato de brujos sioux para que bailen la danza de la paz, nos vendría bien un rescate espiritual para calmar a los dioses.
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