El informe de Cáritas sobre la pobreza en España es tan pavoroso como verdadero, pero estas cosas que “le afectan a otros” parece que no las vemos hasta que no las tenemos encima. Cáritas cuenta que se ha duplicado el número de personas que acuden a los comedores y solicitan ayuda de primera necesidad. Son tantos que les desbordan.
Tenemos por creencia que la tierra es plana porque nunca hemos dado la vuelta completa para comprobarlo, pues lo mismo pasa con los problemas sociales a los que se les mira con bastante desdén. Un pobre no es un conflicto hasta que el pobre somos nosotros, y quizá entonces ya sea demasiado tarde porque no tenga remedio. A todos los efectos la tierra es plana cuando ignoramos otro tipo de realidades que, presuntamente, no nos afectan, (pasa también con la enfermedad hasta que nos sitia de golpe).
Cabezotas, insolidarios, irreflexivos, pancistas, todo es poco para definir a los que ignoran un problema de primera magnitud. Los nuevos pobres ya no son aquellos desarrapados que dibujaba “La Codorniz”, pobres al estilo Berlanga en “Plácido”, o de Buñuel en “Viridiana”. Los pobres de hoy pueden pedir sopa en varios idiomas y haber trabajado en una multinacional hasta hace dos meses. Trabajos precarios y condiciones miserables son las que nos han llevado hasta esta esquina del mundo.
Entonces, ¿en qué quedamos?, ¿somos solidarios, o ponemos la música más alta para escapar de sus voces?
