El que extravíen maletas en una aeropuerto no es ninguna nov

Opinión

El que extravíen maletas en una aeropuerto no es ninguna nov

El que extravíen maletas en una aeropuerto no es ninguna novedad y, por tanto, ya no es noticia salvo para hacer estadísticas de aeródromos y compañías aéreas, y también de vez en cuando saltan a los medios de comunicación informaciones sobre mascotas que, tras viajar en las tripas de un avión, se escapan y se pierden, algunas veces con resultados trágicos para los animales y para pesar de sus dueños.

Pero nunca había escuchado una historia como la que el otro día me contó un compañero de trabajo y que tuvo lugar en el aeropuerto de Buenos Aires. Resulta que los empleados encargados de los equipajes comprobaron al descargar las maletas que un perro, que viajaba en su correspondiente trasportín, estaba muerto. Tras la estupefacción inicial, los trabajadores se afanaron en buscar una solución que redujera la pena de la propietaria y no se le ocurrió otra cosa que adquirir un perro similar para tratar de darle el pego. Una solución que, ya a priori parecía descabellada, porque todos los perros parecen iguales a ojos de los extraños pero no así para sus dueños, que serían capaces de reconocer a su ‘mejor amigo’ entre un millón. Pues bien, resulta que cuando fueron entregarle al perro, la propietaria se quedó de piedra y aclaró a los empleados que ése no era su can, aunque ellos insistían erre que erre en lo contrario. Y la señora aclaró al instante el motivo: “Ese no puede ser mi perro, porque mi perro estaba muerto”, sentenció la señora, que explicó que era tanto su cariño por el animal que cuando falleció se lo llevó a su país para enterrarlo. Ignoramos cual fue la suerte del perro, aunque a lo mejor la señora se decidió a adoptar el ‘clon’ del finado, ya que como dice el refrán: “la mancha de mora….”

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