Mi jefe está esperando a que la alcaldesa de la capital ponga en marcha la mayoría de las gestiones prometidas en campaña electoral. Mi jefe no está de acuerdo en meter en el mismo saco a todos los ‘alcaldes por el cambio’. No son iguales Manuela Carmena y Ada Colau, ni para la población, ni para la opinión pública, según me ha explicado.
Mientras la alcaldesa de Barcelona representa la vanguardia del progreso, la cabeza del Consistorio madrileño se encuentra inmersa en su propio laberinto: los comentarios de su exconcejal en Twitter, las vacaciones en una urbanización de lujo, la flor arrancada, las manifestaciones de su portavoz y ahora el ascenso del padre de esta última.
El ‘mandamás’ está seguro de que estos asuntos están teniendo más relevancia de la que le corresponden porque Carmena no está poniendo en marcha la mayoría de las gestiones que prometió en campaña electoral. Mi jefe está esperando, y ya puede hacerlo sentado.
Parece que el Ayuntamiento ha frenado los desahucios –lo que para el que me paga ya no es tan singular-… y el ‘parece que’ ya no da para mucho más. Mi jefe se plantea si Carmena realmente representa el cambio, y seguirá dándole vueltas mientras tenga que permanecer sentado.
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¿Carmena representa el cambio?
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