Teléfono intruso

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Teléfono intruso

Un cirujano jordano olvida su teléfono móvil en el interior de una paciente a la que practicaba una cesárea. Hanan Mahmoud Abdul Karín, una mujer jordana de 36 años estaba la mar de contenta con su bebé de pocas horas, que con sus 4,8 kilos de peso se había convertido en la envidia de sus amigas. El niño era normal – y por suerte lo sigue siendo –, pero la madre, una mala hora más tarde sintió perturbada su alegría con un revoltijo de tripas y enseguida unas extrañas y recalcitrantes vibraciones que hacían estremecerse todo su abdomen.

Habían tenido que practicarle una cesárea y al principio creyó que se trataba de los efectos del despertar de la epidural, pero pasado un rato el problema volvió a repetirse una y otra vez y en algunas ocasiones hasta dos o tres veces seguidas. Algo extraño estaba ocurriendo en su vientre que, lejos de sentirse liberado de las patadas del niño, cada vez le sacudía más las vísceras y empezaba a causarle molestias.

Así que se quejó al ginecólogo y quien una breve auscultación y la correspondiente ecografía descubrió que efectivamente, algo raro estaba pasando en el interior de su organismo. Una nueva intervención quirúrgica reveló los orígenes del misterio: donde antes estaba el bebé, ahora reposaba un teléfono móvil que el cirujano se había dejado se supone que olvidado dentro. ¿Cómo se las apañó para dejarlo allí? Pues nadie lo sabe. Estaría hablando mientras manejaba el bisturí y se le cayó en el interior de la matriz.

Por lo menos es lo que opinan los colegas cuya buena praxis no parece considerar que operar y hablar por un teléfono apretado entre el cuello y el hombro sea conveniente. El único atenuante que los expertos encuentran a tan imperdonable olvido es que el teléfono hubiese sido convenientemente desinfectado, aunque tampoco nadie se atreve a asegurarlo.

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