Podemos, ‘The Economist’ y la caída de Rajoy

Detrás de la cortina

Podemos, ‘The Economist’ y la caída de Rajoy

La inquietud por el efecto electoral en el PP de la avalancha de casos de corrupción empieza a amenazar a Rajoy La imparable avalancha de nuevos casos de corrupción desvelados por la justicia, se ha convertido en una verdadera amenaza para las posibilidades del PP de mantener sus actuales cuotas de poder tras las próximas elecciones locales y generales.

Algunas notables dirigentes, como Esperanza Aguirre y María Dolores de Cospedal han llegado a hablar del partido como «si fuera un barco que se hunde», y la resaca de esta implacable marea ha despertado una inusual disidencia en la formación conservadora, siempre tan cohesionada, donde ‘sotto voce’, ya hay incluso quien pide abiertamente la dimisión del presidente del Gobierno, y líder absoluto del partido, Mariano Rajoy.

Sucede que, contra todo pronóstico, la posibilidad de que Podemos, aunque sea a través de las candidaturas de unidad popular en las que se integre, alcance el poder en algunas alcaldías clave, como Madrid, por ejemplo, se ha convertido en una posibilidad real.

Y, como aseguran algunos cuadros del PP imbuidos en un inesperado pesimismo, desde allí es fácil conseguir un trampolín perfecto para llegar a La Moncloa. Entre otras cosas, porque mejorar la gestión realizada por Ana Botella parece muy sencillo. Y lo mismo pasa en la Comunidad de Madrid.

Sin embargo, los problemas no acaban ahí. Ni siquiera se refieren sólo al futuro, más o menos probable, pero alejado en el tiempo. A partir del estallido del caso de las tarjetas ‘black’, remachado por la trama Púnica, y ‘escandaletes’ menores, pero igualmente significativos, como el último que afecta al presidente extremeño, José Antonio Monago, los dolores de cabeza han aumentado sustancialmente.

En especial, cuando estas informaciones han saltado a la prensa internacional, y algunos notables medios de corte económico, los mismos que no hace tanto estaban llenos de elogios hacia las reformas implementadas por el Gobierno español, empiezan a considerar que el propio Rajoy se ha convertido en una rémora que puede ser contraria a los intereses que defienden.

Medios como ‘Financial Times’ o The Economist parecen más que nerviosos con la inactividad del presidente español y su falta de respuestas contundentes ante los casos de corrupción, creen, no sin razón, que esa puede ser la famosa ‘gota que colme el vaso’ y que, a partir de ahí, la posibilidad de que triunfe Podemos y llegué al Gobierno con un programa distinto es cada vez más una amenaza real.

Y aunque la gran apuesta defensiva de esta ‘casta’ internacional, hasta hace muy poco era una gran coalición entre el PP y el PSOE de Pedro Sánchez que sirviera para frenar al grupo de Pablo Iglesias, esta opción empieza a estar en duda, porque no parece fácil que los socialistas entraran en el juego sin, al menos, un amago de renovación en el PP que les permitiera salvar la cara.

Incluso, lo que es peor, ya no podría descartarse de antemano un pacto entre Podemos y el PSOE para aplicar de modo concreto un programa común. Entre otras cosas, porque los estatutos del nuevo partido prevén que cualquier alianza que se plantee pueda llevarse a cabo si sus bases votan a favor en una suerte de referéndum interno y abierto a la sociedad.

De modo que, ante la falta de acción del PP, los grandes financieros internacionales se ven avanzando hacia el peor escenario posible para sus intereses. Ellos han condicionado la política europea, impuesto los recortes y defendido los intereses de los países acreedores, condenando a la pobreza a la mayor parte de la población de la Europa del sur. Han forzado los rescates bancarios y transmutado una deuda, que en su origen era privada, en deuda pública que debe pagarse contra los impuestos de todos.

Pero si ahora, llega al Gobierno español, un grupo avalado por las urnas con unas ideas radicalmente distintas. La partida puede volver a empezar. De cero. Y en toda Europa. No porque nadie piense que si Pablo Iglesias se convierte en presidente vaya a dar el paso de suspender los pagos de la deuda. En absoluto. Sin embargo, si que es probable que luchase por imponer una reestructuración, con quitas, reducción de intereses y alargamiento de plazos. Por negociar un esquema que, de verdad, hiciera posible el pago de lo que se debe.

Y eso es algo de lo que ni Berlín, ni Bruselas, ni los altos funcionarios que ‘trabajan’ para la comunidad financiera, quieren oír hablar. España no es Grecia. Su peso como deudor y su participación en el PIB de la Eurozona, un 11,4%, convierten al país en un «riesgo sistémico» para los grandes bancos acreedores. Si, de verdad hubiera un Gobierno en Madrid, decidido a mejorar las condiciones de pago de la deuda, no tendrían más remedio que sentarse a hablar con él. Y el ejemplo, podría cundir en los otros países sometidos a una presión similar.

Y esos esa algo que, sobre todo Berlín, no puede permitirse. Tampoco las ‘autoridades’ de la City londinense. De ahí que, esta semana, hayan aparecido en la gran prensa internacional, las primeras advertencias serias. Unos textos, claros y contundentes, aunque todavía indirectos, de los que el actual Gobierno español ha tomado nota, por supuesto.

Desde ‘The Economist’, el disparo fue certero, se explicaba que en determinados ambientes no se ha percibido en absoluto que el Gobierno español parezca consciente de la magnitud del problema. En estos ámbitos ya no convencen excusas como aquella tan socorrida de explicar que la situación aún no es tan mala en términos de corrupción como llegó a serlo en los últimos años de Felipe González.

En realidad, sí lo es, desde el punto de vista del grupo de los grandes acreedores. Entonces, la deuda no había alcanzado las dimensiones actuales y, sobre todo, el recambio político disponible, el PP de José María Aznar, les resultaba muy favorable.

Aunque la gran andanada, si bien indirecta, se ha lanzado desde Financial Times, allí se ha dado cobijo a un artículo de opinión de Luis Garicano, profesor de Economía y Estrategia de la London School of Economics, ha pedido directamente la dimisión de Rajoy y su sustitución por Soraya Sáenz de Santamaría. Cree que si eso no se hace inmediatamente, el sistema bipartidista, el que ha asegurado la estabilidad de España durante cuarenta años, saltará por los aires. Así de claro.

Desde luego es sólo la posición mantenida por un particular. Y, teóricamente, no tiene nada que ver con la línea editorial del periódico. Pero, mucho nos tememos que eso no va a ser suficiente para tranquilizar a los cuadros medios del PP, muchos de los cuáles piensan ya como Garicano.

También están convencidos de que si Rajoy sigue al frente del partido Podemos va a tener muchísimas posibilidades de alzarse con la victoria en lugares clave en las próximas elecciones locales y autonómicas. Y, encima, sin necesidad de concurrir a ellas con su propia marca. Ahí es nada.

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