Podemos contra los políticos profesionales

Detrás de la cortina

Podemos contra los políticos profesionales

¿Cómo se van a ganar la vida en el futuro, las víctimas de la inevitable debacle del bipartidismo español? Muchos lo saben, aunque, de momento, prefieren no pensar demasiado en ello. La cuenta atrás previa a la explosión que barrera el régimen bipartidista, que ha ‘reinado’ durante casi cuatro décadas en la democracia española, ha comenzado ya. Y no hay vuelta atrás posible. Por duro que resulte y negro que se vea el panorama.

Dentro de unos meses, es muy posible que un buen puñado de profesionales de la política (del PP y del PSOE, por supuesto; pero también de IU y UpyD) pierdan su actual puesto de trabajo en la ruleta rusa de los próximos comicios autonómicos y locales.

‘Empleos’, bien remunerados, sobre todo en las capitales de provincia y los pueblos con mayor número de habitantes, y que, junto al ‘salario’ y los extras, proporcionan otros beneficios interesantes, como el coche oficial, por ejemplo. O, simplemente, ese prestigio que suele otorgar el poder. Todo un estilo de vida, lleno de atractivos privilegios que a nadie le puede gustar perder.

Además, como cuenta alguno de esos militantes bienintencionados de las formaciones del sistema que sí querrían realizar un verdadero proceso de regeneración democrática, casi todos los posibles implicados en esa ‘purga’ inevitable, que los ciudadanos ‘decretarán’ próximamente en las urnas, saben que el que se quede ahora fuera de la foto cargará para siempre con el estigma de haber formado parte del ‘antiguo régimen’. Y tendrá serías dificultades. Hasta para ganarse la vida.

El drama se acentúa en el caso de algún que otro veterano, cuya edad, sin embargo, dista aún unos cuantos años de una posible jubilación. ¿Qué van a hacer? Sobre todo aquellos que jamás se han dedicado a otra cosa a lo largo de su vida laboral. Cualquiera que se ponga en su lugar lo entenderá.

A este grupo, la posibilidad de que la sorprendente irrupción de Podemos en las pasadas elecciones europeas sea sólo el principio de un proceso que les coloque finalmente, y sin remedio, en la cola del paro, les resulta verdaderamente aterradora. Hasta el punto de estar dispuestos a hacer lo que sea necesario para evitarlo.

Los hay, por lo tanto, que se juegan mucho. Sobre todo los cuadros medios de las grandes formaciones políticas que han desarrollado sus carreras en el ámbito del poder local. Esos concejales o diputados regionales, de los que hablábamos antes, o esos asesores, o los directivos de las empresas municipales o autonómicas que aún siguen en pie. Ya no se trata, como antes, de ‘forrarse’. Ahora hablamos sencillamente de sobrevivir.

Así que toda esa fauna, que ha vivido y muy bien, en el ecosistema que proporcionaba la alternancia de poder entre PSOE y PP, va a intentar convertirse en un dique que frene la inundación, por mucho que sus posibilidades de parar la marea sean bastante pocas.

Pero, ¿qué otra cosa pueden hacer? La mayoría no cuenta con las posibilidades que han tenido los líderes que se retiran ahora, como el antiguo secretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba, que ha vuelto a la universidad. O la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, que primero regresó a su puesto de alta funcionaria y después fue ‘fichada’ por una empresa privada catalana.

La ‘morralla’ no tiene agendas, ni contactos, ni posibilidades de sentarse en el consejo de una multinacional. Las ‘puertas giratorias’ están cerradas para ellos. Por eso, van a vender cara su derrota.

Esta infantería forma la verdadera línea de resistencia del sistema bipartidista. La más peligrosa, persistente y difícil de desmontar. Insertada en los usos y costumbres del clientelismo más montaraz y, en algunos casos, con un conocimiento exhaustivo de los mecanismos que han permitido el funcionamiento de algunas tramas corruptas. Grandes y pequeñas.

Este es el grupo que va a presionar para que los líderes de los grandes partidos firmen los acuerdos que sean necesarios para evitar o, por lo menos, aplazar en la medida de lo posible ese desenlace fatal que describíamos al principio de este artículo.

Incluso si pasan por esa reforma de la Ley Electoral que afecta, por ahora, solo a los alcaldes y que también, de momento, defiende el PP en solitario, con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a la cabeza, y que, por ahora, el nuevo secretario general socialista, Pedro Sánchez parece rechazar.

Algunas ‘malas lenguas’ de la política local, sin embargo, apuestan por el pacto. Creen que la excusa de la ‘regeneración democrática’ va a servir para firmar un acuerdo destinado a blindar el bipartidismo, una vez que se introduzcan un par de cambios puramente cosméticos en la actual propuesta de los populares.

Y hasta señalan, para apoyar su malintencionada tesis, que, en CiU, ya han empezado a buscar fórmulas para propiciar ese pacto. Y volver a convertirse en la bisagra de siempre, para superar el ‘caso Pujol’, sin desaparecer del mapa.

Probablemente, esta versión interesada no sea cierta, ni mucho menos. Pero algunos de los características del actual paisaje político descritas aquí son claramente perceptibles para cualquier observador atento. Al final, como no puede ser de otra manera, todas estas posibles estrategias que los políticos profesionales, tal vez, intenten llevar a la práctica para frenar el avance de los nuevos movimientos sociales pueden fracasar o tener éxito. La respuesta a este dilema llegará pronto. Cuando, por fin, vuelvan a hablar las urnas.

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