El modelo sueco o el falso dilema entre salvar vidas o salvar la economía

Crisis del coronavirus

El modelo sueco o el falso dilema entre salvar vidas o salvar la economía

Suecia ha evitado medidas estrictas de confinamiento y por el momento la estrategia no le da la razón.

Suecia

La propagación del coronavirus Covid-19 ha llevado a la inmensa mayoría de los países europeos a decretar estrictos confinamientos con el objetivo de evitar el colapso de los sistemas sanitarios y salvar el mayor número de vidas posible a costa de paralizar la actividad económica casi por completo. Pero no todos han optado por esta estrategia: Suecia se ha desmarcado de la tendencia, dejando abiertos restaurantes o comercios. Y por el momento los resultados de esta estrategia no despejan las dudas, precisamente.

Suecia se negó a seguir a otros países europeos en la prohibición de que la gente saliera de sus casas, argumentando no eran medidas sostenibles y podían dañar innecesariamente la economía. Así, están prohibidas las reuniones de más de 50 personas, pero los suecos han seguido yendo al trabajo, comiendo en restaurantes, comprando, cortándose el pelo y enviando a los niños a la escuela.

El coste en vidas ha sido por el momento más elevado que en los países de su entorno. Con una población de 10 millones de habitantes, ha sufrido más de 3.000 muertes por coronavirus, más del triple que en las vecinas Dinamarca, Finlandia y Noruega, que tienen una población combinada de 15 millones de habitantes. En relación con la población, 311 personas han muerto por millón en Suecia, mientras que en Noruega el número de muertos hasta ahora es de 40 por millón.

El epidemiólogo Anders Tegnell, al frente de la estrategia del Gobierno sueco, sostiene que la balanza se inclinará, según recoge Bloomberg. Cuanto mejor hayan suprimido los países la primera ola de la infección, mayor será el riesgo de una segunda ola. Cuantas más personas sean inmunes, más difícil será que el virus se propague.

La estrategia es ciertamente arriesgada desde el punto de vista sanitario. Según sus estimaciones, aproximadamente el 25% de los suecos han estado expuestos, todavía lejos del 60% que otorgaría la inmunidad total de manada. Estos cálculos podrían ser muy optimistas, sin embargo. Para hacerse una idea, los primeros resultados del estudio de seroprevalencia en España, uno de los países más afectados, muestran que solo un 5% de los ciudadanos han estado expuestos al virus.

Y desde el punto de vista económico, en una economía tan interrelacionada, es difícil escapar de la recesión. Las primeras cifras del producto interno bruto (PIB) de Suecia en el primer trimestre de 2020, sugieren que al menos hasta marzo había tenido un mejor desempeño que gran parte de la UE, ya que registró un descenso de sólo el 0,3%, en comparación con la caída del 3,8% de la zona euro.

Pero los economistas creen poco probable que Suecia pueda escapar a largo plazo del grave dolor económico del resto de Europa. La Comisión Europea pronostica que el PIB de Suecia caerá un 6,1% este año. El Riksbank, el banco central del país, es más pesimista: el PIB se contraerá entre el 7% y el 10%, y que el desempleo alcanzará un máximo de entre el 9% y el 10,4%, cifras casi sin precedentes para el país escandinavo.

“Es demasiado pronto para decir que lo haremos mejor que otros. Al final, creemos que Suecia terminará más o menos igual”, reflexiona en declaraciones a Financial Times Christina Nyman, ex del Riksbank y ahora economista jefe de Handelsbanken.

La principal razón es que Suecia es una economía pequeña y abierta con una fuerte industria. El fabricante de camiones Volvo Group y el fabricante de automóviles Volvo Cars se vieron obligados a interrumpir la producción durante varias semanas, no por medidas de confinamiento, sino por la falta de piezas y las dificultades en sus cadenas de suministro en otros lugares de Europa.

Además, los datos de uso del transporte público, tarjetas de crédito o afluencia a los restaurantes también muestran grandes caídas en Suecia, ya que las autoridades instan a las personas a trabajar desde casa siempre que sea posible y a mantener el distanciamiento social. Aun así, la confianza es que haya menos dificultades según vaya remitiendo el virus que en los países que han decretado cierres totales.

“La actividad en Suecia es sombría, tal vez no tan sombría como en otros lugares, pero sigue siendo una disminución sin precedentes”, coincide David Oxley, economista jefe para Europa de Capital Economics. Tal y como recuerda, el país sigue dependiendo de la demanda y las cadenas de suministros de países terceros. “Solo hay una cantidad limitada de ventajas de ir contracorriente cuando el resto del mundo está haciendo lo contrario”, resume.

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