Antes, mucho antes, demoraban más a pesar de que la tierra sigue girando a la misma velocidad alrededor del sol. Alocada, pero sin excesos en el velocímetro. Algo debe estar sucediendo dentro de nosotros para asegurar que estos doce meses “se han ido volando”, como muchos en Cuba que han tomado esa opción en busca de un mejor horizonte con derrotero hacia el norte. A la caza del “sueño americano” que si no lo alcanzan, al menos trabajan duro para que otro lo obtenga.
Y como ahora, según cuentan, los turrones tienen buen precio fuera de la isla, ya algunas amistades y parientes los están adquiriendo para cuando lleguen esos festejos que celebraremos a media asta porque los ánimos no están ni para voladores ni cohetes, pero sí para unos turroncillos que nos hagan recordar que fuimos felices una vez con la familia en pleno y un cabizbajo o pavo presidiendo la ceremonia.
¿Tanto apurillo saben por qué? Pues para que se largue de una vez este puñetero 2023 de guerras por todo el mundo y pesadillas locales que duran veinticuatro horas.
Todo tan rápido e incierto que no tengo mejor ocurrencia que arremeter con el bocadillo de rigor, el protocolar, ese que pronto inundará las redes sociales, y desearles a todos mucha salud, una feliz Navidad y próspero año nuevo.
