El principio del fin del ‘Antiguo Régimen’

Elecciones europeas

El principio del fin del ‘Antiguo Régimen’

Consejo Empresarial de la Competitividad

La sangría de votos sufrida por PP y PSOE en las elecciones europeas inunda el ambiente de signos que anuncian un cambio de ciclo. El pasado 7 de mayo, cuando aún faltaban 19 días para que se celebrasen las elecciones europeas, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recibió en Moncloa a casi todos los miembros de la directiva del Consejo Empresarial de la Competitividad, el club que agrupa a los principales representantes del poder económico español.

La reunión transcurrió en un clima de cordialidad absoluta y el político gallego consiguió que estos ilustres empresarios y altos directivos de corporaciones del Ibex35 respaldaran una vez más su política económica. Pero si Rajoy esperaba que este gesto evitara el batacazo del PP en los comicios, que a esas alturas ya anticipaban las encuestas, se equivocó por completo. El espaldarazo recibido no tuvo consecuencia alguna en las urnas. O a lo mejor sí. Pero no la que esperaba.

Al final del acto, los participantes en aquel ‘encuentro en la cumbre’ posaron para una foto, ampliamente difundida por los medios de comunicación nacionales y ‘tuiteada’ por el propio Rajoy. Una imagen que quizá quede para las hemerotecas como una de los últimos testimonios que dieron fe del final de una época. De un ciclo que ahora parece estar llegando a su conclusión. El que alumbró a este ‘viejo régimen’ que conforma la última versión del ‘establishment’ engendrado tras el fin del franquismo por la transición y la llegada de la democracia.

¿Estará tan cerca el final como algunos observadores políticos parecen creer? Tal vez no. Pero lo cierto es que por una simple cuestión de edad, el inevitable paso del tiempo provocará el relevo de muchos de los protagonistas de la histórica foto a la que nos hemos referidos. Son líderes aún en activo pero que difícilmente van a poder tener un papel relevante en el futuro a medio plazo. Es ley de vida, como suele decirse.

Algunos de los empresarios más notables del grupo o rozan los 70 años, como el presidente de Telefónica, César Alierta, o ya los han cumplido como Francisco González, del BBVA, y Fernando Casado, secretario general del grupo, o los cumplieron hace tiempo como Isidoro Alvárez, que preside El Corte Inglés, Emilio Botín del Santander, Isidre Fainé de Caixabank, o Leopoldo Rodés de Havas.

Otra parte numerosa de este mismo colectivo, ya ha pasado los sesenta y o han superado la edad legal de jubilación o se acerca mucho a ella. Ahí estarían Florentino Pérez de ACS, Antonio Brufau de Repsol, Ignacio Sánchez Galán de Iberdrola,Isak Andic de Mango, Javier Moll de Prensa Ibérica e Ignacio Osborne de Osborne.

Incluso los integrantes más jóvenes de este selecto club, ya cincuentones o casi; como Pablo Isla de Zara, Rafael del Pino de Ferrovial, Antonio Huertas de Mapfre, José Manuel Entrecanales de Acciona y Pedro Barceló del Grupo Barceló, han desarrollado su carrera y se han formado con otro caldo de cultivo bien distinto al actual.

Bipartidismo

El que cuajó en ese tiempo cesante donde el bipartidismo y la alternancia de poder entre el PP y el PSOE, las dos formaciones políticas nacionales dominantes, más el ‘reinado’ de partidos nacionalistas de corte moderado en Cataluña y Euskadi, parecían garantizar la estabilidad del sistema que trajo la democracia y aseguraba, más o menos, una prosperidad creciente.

Ahora, todo eso se ha acabado. O esa es la percepción mayoritaria que se ha instalado en los ciudadanos, según parece. Y esa casi certeza de que las cosas no van como deberían y que el sistema actual, o la ‘casta’ denominación que ha conseguido poner de moda Pablo Iglesias, el líder de Podemos, no trabaja a favor de la población si no sólo para defender sus intereses, ha acelerado un derrumbe que parece inevitable.

Y, de nuevo, el inesperado resultado de las elecciones europeas del que hablábamos antes, ha puesto de manifiesto con total claridad todo esto. Tanto que, por ejemplo, Alfredo Pérez Rubalcaba, el líder del PSOE, ha tenido que modificar sobre la marcha sus planes, dimitir y convocar un congreso extraordinario que, de una forma u otra, supondrá la ‘refundación’ de un partido que corre el riesgo cierto de desaparecer por completo.

Además, no parece que el PP, también abatido por el vendaval político, se encuentre en una posición mejor. Al contrario. Aunque lo más probable es que en España nunca deje de existir un potente partido conservador que represente los intereses de determinados colectivos, no parece que la formación política que ahora controla Rajoy vaya a perdurar. Al menos, si no pasa también por un proceso de refundación profundo. Muchas cosas tienen que cambiar. No sólo las caras y los nombres de los dirigentes.

Y lo mismo sucede, con algunos matices, con opciones como CiU y PNV, desbordadas por los propios procesos ‘soberanistas’ que han contribuido en marcha y que, además, no van a poder mantenerse indefinidamente al margen de sus responsabilidades en la crisis social provocada por los ‘recortes’ que ellos han implementado también. Y con no poco entusiasmo en algunos casos.

Azotados por la corrupción, amenazados por ese voto nuevo de colectivos jóvenes, y no tan jóvenes, a los que Podemos, y otras opciones como Ciudadanos, han recuperado para la democracia, ni siquiera la posibilidad de que los dos grandes partidos del bipartidismo se aliaran para gobernar juntos les aseguraría la continuidad. Es cierto que, de momento, el proceso aún es incipiente. Pero la posibilidad de que las próximas elecciones locales y autonómicas aceleren la debacle ganan peso en los análisis políticos de urgencia.

Periódicos

Hasta los grandes medios de comunicación tradicionales, los periódicos de tirada nacional como ‘El País’, ‘El Mundo’, ‘ABC’, ‘La Razón’ o ‘La Vanguardia’ pueden convertirse en historia en la próxima década. Al fin y al cabo, eso ya ha pasado antes con otras cabeceras históricas. Y no hace tanto, sólo cuatro décadas más o menos. Justo en el momento que el ‘franquismo’ fue desmantelado y emergieron las figuras como el responsable de Prisa, Juan Luis Cebrián que, poco más o menos se han mantenido a los mandos, desde entonces hasta hoy.

Tampoco en la década de los setenta del pasado siglo, cuando todo aquello tuvo lugar, alguien hubiera esperado que cabeceras históricas como ‘Pueblo’, ‘Arriba’, ‘Informaciones’ o ‘Ya’ desaparecieran para siempre. Pero así fue. Y esa limpieza del panorama mediático que provocaron los cambios sociales en aquella época, quizá se repita ahora. Hay signos inequívocos en el ambiente de un posible cambio de ciclo y unos escenarios emergentes que parecen apuntar hacía esa caída final del ‘antiguo régimen’, de la que hablábamos antes.

Aunque, obviamente, no va a suceder de inmediato. Pero el fracaso de los líderes de opinión y las encuestas para anticipar, por ejemplo, la irrupción de Podemos, una plataforma electoral, caracterizada por la juventud y el inconformismo de sus promotores, da muchas pistas sobre la incapacidad de algunos analistas para entender las claves de la nueva situación.

Si un partido consigue 1,2 millones de votos sólo unos meses después de haberse constituido, es porque había unos ciudadanos que esperaban la aparición de una opción así, para apoyarla en las urnas. Existía, por lo tanto, en la sociedad una demanda de cambio político que el movimiento impulsado por Pablo Iglesias y sus compañeros de la Universidad Complutense, ha conseguido capitalizar.

Final de Epoca

Con todos estos antecedentes, la lógica parece apoyar también esa idea de que nos encontramos ante un final de época. Un tiempo convulso, marcado por una profunda crisis económica y la universalización tecnológica. Dos elementos que, además, configuran la raíz del nuevo terreno de juego económico y social en el que se celebrará el gran partido de los años venideros.

Otros elementos que explican el éxito electoral de Pablo Iglesias y los suyos es su capacidad para usar las redes sociales como vehículo de su propuesta. Y su inesperada irrupción en el panorama político, donde sólo parecía llamado a jugar un papel marginal, ha convertido en inevitable que surjan comentarios que encuentran similitudes entre el líder de Podemos y el Felipe González joven de finales de la década de los setenta.

Iglesias tiene ahora 35 años, uno más que los que tenía Felipe cuando se hizo con el poder en el PSOE en el Congreso de Suresnes. En esa época a González, que llegaría al poder empujado por el fervor de las multitudes sólo ocho años después, nadie le tomaba en serio.

A Felipe le discutían los históricos de su propio partido, el comunismo dominante en la oposición, la derecha por supuesto y las figuras más asentadas y decisivas del mundo empresarial de la época. A Iglesias le critican desde todos los ángulos; los medios más conservadores, por supuesto, pero también los sectores más convencionales de IU, aún aturdidos por el ‘golpe’.

Sólo después de cierto tiempo, dos banqueros ‘modernos’, Pedro de Toledo y Luis Valls, ambos ya fallecidos, tomaron la decisión de acercarse al núcleo de poder que parecía estarse formando alrededor del emergente político sevillano, a quien consideraron antes que nadie, el agente que se iba a encargar de provocar el cambio que los ciudadanos demandaban tras el fallecimiento de Franco.

González se convirtió en una realidad política de primer orden gracias al cambio violento en lo económico y en lo social que se produjo en la España de los Ochenta. Iglesias aspira a hacer lo propio en esta nueva sociedad que se alumbra hoy: la de los recortes y las nuevas tecnologías universales.

Hasta hay un elemento adicional que les relaciona: las críticas que provoca su manera de vestir. A Felipe le afeaban aquellos trajes de pana que terminaron por ponerse de moda y a Iglesias le cuestionan la ‘coleta.

Aún así, sólo estamos en el comienzo de la vida política de Podemos. De modo que, como siempre, sólo el tiempo dirá de lo que este movimiento es capaz de verdad. También falta por saber quiénes serán ahora, los nuevos Pedro de Toledo y Luis Valls que inicien el movimiento del poder empresarial hacia la realidad política que surge con fuerza en este tiempo de cambio.

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