Las críticas que, bajo el amparo de Génova, han lanzado los presidentes autonómicos contra el reparto a Cataluña del modelo de financiación, han recuperado las acusaciones de «catalanofobia». Ante esto, el PP catalán intenta desmarcarse de la dirección para preparar las elecciones en la región.
El PP catalán quiere que los ciudadanos olviden la imagen de luchas y de continuos relevos que se han dado en los últimos años al frente de la formación y que tanto coste político ha provocado. Por ese motivo, su actual líder, Alicia Sánchez Camacho, se ha apresurado en forzar a Génova a que la designen para ir estructurando su programa y sus líneas de actuación ante los comicios del año que viene.
Para la ‘reconquista’ de Cataluña, los populares intentan trasladar a los votantes que ellos no suscriben las tesis de Génova. Y que, las últimas declaraciones de líderes autonómicos del partido sobre el reparto a Cataluña del nuevo sistema de financiación local han sido de todo menos bien vistas en la región.
El reto de recuperar la confianza se ha encontrado con el ‘enemigo’ en casa. Declaraciones como la de Esperanza Aguirre o la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, contra el trozo de tarta que le ha tocado a Cataluña han menoscabado, aún más, la imagen del PP. “El nuevo sistema no es resultado de la negociación, sino de una imposición en beneficio, no de Cataluña, sino del Gobierno de Cataluña” ha llegado a asegurar Barberá. Con frases como esta las acusaciones de “catalanofobia” han vuelto a escena.
Si a esto unimos el recurso presentado por Génova contra el Estatut de Cataluña por inconstitucionalidad, el alejamiento del Sánchez Camacho de las tesis de la dirección se hace cada vez más necesario si se quiere sacar tajada.
En medio de los trabajos del PP de Cataluña por alejarse de las declaraciones de la dirección, el presidente de la Generalitat, José Montilla, ha reincidido hoy en un desayuno en Madrid en las críticas de los populares. El PP “utiliza Cataluña para atacar a Zapatero, provocando con ello un sentimiento de ‘catalanofobia’ en el resto de las comunidades autónomas”.
