Las auditoras se enzarzan en una guerra de cifras por el hundimiento de Pescanova

La crisis de Pescanova

Las auditoras se enzarzan en una guerra de cifras por el hundimiento de Pescanova

Instalaciones de Pescanova

En las aguas revueltas de Pescanova, ni las auditoras se ponen de acuerdo. La guerra que hasta hace unos meses se luchaba en el polarizado consejo de administración de la compañía, se traslada ahora a las cifras que las distintas firmas asesoras airean en sus dispares informes sobre la maltrecha situación financiera de la pesquera gallega. Mientras, el concurso de acreedores no avanza y las acciones siguen suspendidas.

Los abultados informes que hasta el momento han publicado Deloitte y KPMG sobre Pescanova no arrojan cifras ni siquiera aproximadas entre sí. Y las mayores discrepancias llegan a la hora de cuantificar la gruesa deuda que pesa sobre la compañía de Redondela, su gran problema a resolver. El desfase entre uno y otro cálculo es de nada menos que 393 millones de euros. La guerra de las cifras está servida y aún queda por llegar el tercero en discordia: PricewaterhouseCoopers (PwC).

Si el primer informe que se conoció a principios del pasado julio, fijaba la deuda del grupo gallego en 3.281 millones de euros, el dosier del concurso de acreedores que acaba de hacerse público eleva esta partida hasta los 3.674 millones de euros. La primera cifra es responsabilidad de los auditores forenses de KPMG, por expreso encargo del propio expresidente Manuel Fernández de Sousa. La segunda, es fruto de los cálculos de los administradores concursales de Deloitte, designados por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Aunque parte del engruese de cifras puede deberse a los cupones impagados en los últimos meses, los expertos ponen en duda que tal diferencia de contabilidades pueda atribuirse únicamente a esta causa. Apuntan más bien hacia la complicada maraña empresarial con múltiples filiales interconectadas de la que se compone Pescanova como causa de esta falta de uniformidad. Y es que, las primeras pesquisas de los de Deloitte, como en su día las de KPMG, ya descubrieron facturaciones ficticias entre otras malas prácticas para manipular siempre a mejor las cuentas del grupo.

En cualquier caso, si la guerra de cifras en la deuda es evidente, más lo es aún a la hora de cuantificar el agujero patrimonial de la firma. De los números rojos de 927 que fijó la auditora forense, a los 1.667 millones de euros que acaban de cuantificar los administradores del concurso de acreedores. Una diferencia de nada menos que el 80% fruto, señalan algunos expertos, de las diferentes valoraciones de ciertos activos de la firma más el desvío que ya marcaba el propio recuento de deudas.

En lo que sí hay unanimidad es en el gran abanico de entidades y sociedades que han quedado atrapadas en la quiebra de la gallega: más de 500 entre proveedores, bancos, Hacienda y sociedades del propio grupo. Así mismo, en reducir considerablemente las cifras que hasta ahora aireaba la compañía como evidencia de su pretendida solidez: la compañía podría valer hasta un 77% menos que lo que decían sus libros. En otras palabras, 85 millones de euros en lugar de los 374 que sostenía el equipo de Fernández de Sousa.

Un maremágnum de cifras que además llega a menos de una semana de antelación de una junta extraordinaria de accionistas que se promete más candente que nunca antes en la dilatada historia de Pescanova. Precisamente, por facilitar que los accionistas lleguen a la cita con datos concretos sobre la compañía, los de Deloitte se han decidido a publicar sus cálculos, en principio reservados al juez y los acreedores. Y lo peor podría estar por venir, pues PwC prepara su propio informe de estado de cuentas y viabilidad para el próximo mes de octubre.

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