Repsol ha confirmado este martes que recurrirá por primera vez en su historia al dividendo en acciones. La petrolera se ha visto abocada a esta modalidad de retribución al accionista por causa de las sombras que ha generado en su balance la expropiación de su antigua filial argentina YPF, tal como ya habían previsto algunas casas de inversión y análisis.
Las dificultades e incertidumbres por las que atraviesa Repsol desde la pérdida de su marca Argentina finalmente han hecho mella en su dividendo, tal como algunos expertos ya habían previsto. En lugar de reducir el porcentaje de beneficios destinado a este fin, algo que hubiera lastrado con fuerza su cotización, la presidida por Antonio Brufau ha optado por una técnica que le permitirá reforzar su capital a la par que no vaciar su caja tanto como un pago en efectivo hubiera implicado.
Dicen los expertos que la petrolera ha optado por el ‘recorte’ más amable para los inversores y, sobre todo, por el más beneficioso para la propia compañía, por los dos factores señalados anteriormente y que ayudarán a Repsol a afrontar con más holgura su futuro más inmediato. Este sentimiento se dejaba notar desde primera hora de la sesión de hoy con alzas para el valor más allá de las que se apuntaba el Ibex 35. Algunas de las órdenes de compra, aventuraban algunos gestores, procedentes quizá de inversores que habían huido del valor ante el temor a un cierre total del dividendo que en su día se llegó a barajar y que algunos no descartan para el medio plazo.
Según los términos aprobados por el consejo de administración de la compañía, cada accionista de Repsol recibirá el derecho de suscribir un nuevo título de la entidad -con un valor nominal de un euro- por cada 22 acciones antiguas de la petrolera. Sin embargo, queda abierta la puerta al cobro en efectivo en caso de que el inversor así lo solicite. En este caso, el más doloroso para las arcas de la cotizada, ésta se ha comprometido a comprar los derechos de suscripción a sus legítimos dueños a un precio unitario de 0,545 euros brutos.
A esta opción del cobro en efectivo es más que probable que se acoja Sacyr Vallehermoso. Al menos, los expertos consideran que la constructora, aquejada de una abultada deuda, no desearía aumentar su peso en Repsol después de haberse deshecho en diciembre de la mitad de su participación en la petrolera, un 10% hasta entonces. Más bien, apuntan, el dinero efectivo le vendría como agua de mayo para afrontar los pagos de sus créditos, algo a lo que hasta ahora venía dedicando el sustancioso dividendo que la de Antonio Brufau se había podido permitir.
Para hacer frente a este dividendo flexible en acciones, modalidad que ha cautivado a Repsol en tiempos de crisis -después de a otras muchas cotizadas- la compañía emitirá, como máximo, 55.493.793 acciones nuevas. Títulos que, según los primeros cálculos de la compañía, podrían comenzar a cotizar en el parqué madrileño el próximo 13 de julio.
Hasta entonces, el próximo jueves 21 de junio se abrirá el periodo de asignación y negociación de derechos, que se prolongará por una semana, hasta el cierre del parqué el viernes 29 de junio. Mientras tanto, los inversores podrán mantener sus derechos en cartera, venderlos en el mercado o solicitar su cobro en efectivo a la petrolera. El 10 de julio, previsiblemente, se produciría el pago para los que hubiesen preferido la última opción.
Este martes, los gestores de Merrill Lynch, UBS y Société Générale eran los más activos en las compras sobre el Repsol, convocado a una junta de accionistas en YPF para el próximo 17 de julio, la primera tras la nacionalización decretada por el Ejecutivo de Cristina Fernández, donde se verá las caras también con representantes del magnate mexicano Carlos Slim -después de la entrada de éste en la argentina por la ejecución de garantías de un préstamo que había concedido a la familia argentina Eskenazi. En las ventas, el protagonismo correspondía a las mesas de Deutsche Bank, Banesto y CM Capital Markets.
