Los inversores europeos se vuelcan hacia fórmulas que permiten acceder a activos habitualmente inaccesibles a sus carteras, así como a técnicas exclusivas de la especulación más avanzada. La indefinición de muchos valores ha forzado a un nutrido grupo de inversores a dar un paso en sus carteras más allá de las acciones. Los productos cotizados han sido el destino preferente de su capital disponible para arañar rentabilidad a unos parqués presas de la volatilidad y los bandazos de precio.
A lo largo del mes de marzo la entrada de dinero en este segmento del mercado ha sido cuatro veces superior a la de hace un año. Esta proliferación de apuestas sobre productos cotizados (ETP, por sus siglas en inglés) es “inusual” en marzo, según subraya el informe mensual de Deutsche Bank Markets Research. El vencimiento de derivados que se produce una semana antes del cierre trimestral suele prevenir a muchos inversores de esta opción inversora, escenario muy distinto al de este año.
Las entradas de capitales a escala global alcanzaron 40.300 millones de dólares, unos 35.850 millones de euros al cambio de divisas. La cifra demuestra su abultado calibre al compararse con los 9.800 millones de dólares, 8.715 millones de euros, del pasado febrero. Gracias a esta avalancha compradora, que ha ido aparejada de la correspondiente avalancha emisora por parte de diferentes casas de inversión, el patrimonio global del segmento asciende ya a tres billones de dólares en activos bajo gestión.
El volumen de capitales más abultado fue a parar a los fondos cotizados (ETF, por sus siglas en inglés), el producto con más variedad y trayectoria de cuantos componen el segmento. Si en febrero registraron salidas netas de dinero, este último marzo se ha registrado la entrada de 23.200 millones de dólares, unos 20.630 millones de euros, según el informe elaborado por la sección de estudios del banco alemán.
Las diferentes modalidades de inversión que ofrecen estos productos, que suelen contar con liquidez garantizada por parte de sus emisores, están detrás de este abrupto crecimiento. En este sentido, analistas destacan que estos productos de inversión permiten apostar por activos que habitualmente son de difícil acceso para el inversor medio, como las materias primas. Y no solo eso, también ganar cuando el activo en cuestión cae, como ocurre con los productos inversos; multiplicar un comportamiento, como en los apalancados; o incluso apostar simplemente por el mantenimiento dentro de un rango de precios, como ocurre con los stay y los inLine.
En este mes de febrero, la mayor demanda inversora la han registrado los ETF sobre renta fija. Ante la escasa rentabilidad que el programa de estímulos del Banco Central Europeo (BCE) ha provocado en el mercado secundario de bonos de la Eurozona, estos productos abren al inversor medio a carteras con exposición a otras regiones así como a papeles de alta rentabilidad (high-yield) sin correr riesgos ni tener que asumir un desembolso inicial tan elevado como con la compra directa de papeles de deuda.
Ante este panorama, la gestora de activos de Deutsche Bank ha lanzado este mismo mes una nueva serie de ETF de renta fija focalizado en emergentes. A estos mismos mercados ha dedicado también Amundi su más reciente emisión de fondos cotizados, en tanto en renta fija con rating ‘BBB’ como en renta variable. Este último gestor reconoce que este movimiento responde a la “reasignación hacia renta variable de mercados emergentes” que ha percibido en los últimos meses después de un ejercicio 2015 en cuarentena casi permanente.
Desde Amundi, destacan que “las recuperaciones cíclicas comienzan siempre con ‘rallies’ tácticos”. En esta premisa enmarca el que a lo largo del mes de marzo hayan llegado flujos positivos de capital a renta variable de productos emergentes por 1.420 millones de euros. Un volumen que, gracias a su anticipación, la nueva gama de fondos cotizados de la casa de origen francés ha captado el 40%.
