Hoy de lo más se habla en los diarios es de la teoría de la

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Hoy de lo más se habla en los diarios es de la teoría de la

Hoy de lo más se habla en los diarios es de la teoría de la conspiración, no de la ya conocida que manejan El Mundo y libertaddigital.com sobre el 11-M, sino de otra, la que según el Gobierno, estaría detrás de las bajadas de la Bolsa y de los ataques de la prensa extranjera, especialmente la británica. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, denunció ayer “un ataque de los especuladores contra el euro, contra una mayor regulación financiera y de los mercados”, y en la misma línea se pronunció José Blanco quien alertó de que nuestro país es víctima de “maniobras turbias” de los “especuladores” que “se resisten a que se regulen los mercados”. El Mundo considera incompatible este mensaje con la road show que Elena Salgado, y su número dos iniciaron ayer en Londres para tratar de recuperar la confianza en la solvencia de España y así lo hace notar en su portada y editorial, en el que califica de esquizofrénico que Salgado pida ayuda a los que Blanco llama especuladores. Ademas, Pedrojota hace notar a Zapatero que “no es la mano invisible de los malvados mercados la que ha provocado este desastre”, sino su errónea política económica. Abc, en la misma línea, alerta al Ejecutivo que la solución no es buscar un chivo espiatorio, y aunque le parece bien “que el Gobierno se emplee a fondo para proteger la marca España y replique las descalificaciones que están lanzando contra nuestro país” lo de denunciar una conspiración le parece una barbaridad. A El País tampoco le gusta que Zapatero recurra “a complots de guardarropía” y le recuerda que “la deuda española pierde credibilidad cada vez que un responsable político se desdice de lo que dijo antes con rotundidad (caso de las pensiones)” y se resiente cuando se presentan planes de austeridad como el que ha presentado o “recortes de gastos de 50.000 millones sin eliminar una sola dirección general”. Eso sí, corresponsabiliza a Rajoy por su destructiva y vacía labor de oposición.

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