Desplazados palestinos se dirigen hacia la ciudad de Gaza, en el norte de la Franja de Gaza, desde el sur del enclave, en el marco del alto el fuego pactado entre Israel y Hamás (Foto: Europa Press/Contacto/Str Apaimages)
La nueva ofensiva israelí responde al estancamiento de las negociaciones con Hamás, mientras la situación humanitaria empeora aceleradamente.
Los últimos datos ofrecidos por Naciones Unidas indican que medio millón de personas han sido «nuevamente desplazadas o privadas de su vivienda» desde el 18 de marzo, cuando el Ejército israelí reanudó sus ataques sobre el enclave palestino. La cifra se suma al ya alto número de desplazados desde el inicio del conflicto.
Stephanie Tremblay explicó que la reactivación de la ofensiva se produjo tras la negativa del movimiento palestino Hamás a aceptar un nuevo plan de tregua propuesto por Estados Unidos, que incluía la liberación de rehenes israelíes a cambio de presos palestinos.
“Nuestros socios humanitarios estiman que desde el 18 de marzo alrededor de 500.000 personas han sido nuevamente desplazadas o privadas de su vivienda”, afirmó Tremblay
Entre el 19 de enero y el 1 de marzo, rigió un alto el fuego parcial en la región como parte de un acuerdo entre Israel y Hamás. Este incluía intercambios humanitarios y negociaciones indirectas. Sin embargo, al expirar la tregua, las hostilidades no se reanudaron de inmediato, debido a los esfuerzos diplomáticos de mediadores internacionales.
Pese a estos intentos, el conflicto se reactivó de forma violenta tras la negativa de Hamás a un nuevo acuerdo, y el Gobierno de Israel, liderado por Benjamín Netanyahu, justificó la ofensiva alegando falta de voluntad del grupo islamista para cooperar.
Actualmente, Hamás mantiene cautivos a 59 rehenes en Gaza, de los cuales la mitad han sido oficialmente dados por muertos por las autoridades israelíes
En paralelo al aumento de los bombardeos, Israel dejó de suministrar electricidad a la planta desalinizadora de Gaza, lo que agrava la escasez de agua potable, y cerró el paso a la ayuda humanitaria, impidiendo el ingreso de camiones con suministros esenciales.
La situación es especialmente crítica en hospitales y refugios, donde la población desplazada carece de servicios básicos y alimentos. Las organizaciones internacionales alertan de un posible colapso humanitario si no se restablece pronto el flujo de ayuda.
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