Compra de viviendas
Un gesto de mala educación en la plaza de toros de Las Ventas bastó para revelar una realidad más profunda. Juan Antonio Pérez Simón, uno de los hombres más ricos de México, se levantó antes de que acabara la corrida, pasando por delante de la infanta Elena. El reproche de la hermana del rey no evitó que se escucharan murmullos de indignación: “Una vergüenza absoluta”, soltó un aristócrata. El episodio, recogido por The Times, no solo fue un desliz de etiqueta: fue un símbolo de la colonización millonaria de la ciudad.
La capital vive un auge sin precedentes: multimillonarios latinoamericanos, estadounidenses, rusos y asiáticos compran propiedades en los barrios más exclusivos como Salamanca y La Moraleja, muchos beneficiados por las llamadas «golden visa» y la bonificación del 100% del impuesto de patrimonio en la Comunidad de Madrid. Esta medida, conocida como la “Ley Mbappé”, permite deducciones fiscales de hasta el 20% en el IRPF.
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El fenómeno no se limita a viviendas: se multiplican los hoteles de lujo, los clubs exclusivos como Gunilla, donde una botella de champán alcanza los 12.500€, y los restaurantes como Coque, donde una cuenta puede superar los 30.000€. En palabras del chef Mario Sandoval, “ahora Madrid es como el Distrito Federal, atrae a los más influyentes del mundo”.
Más del 70% de los comensales de Coque son extranjeros y la mitad latinoamericanos
No todos celebran este cambio. El historiador Fernando de Pardo lamenta una pérdida de identidad: “Los barrios pierden personalidad, las tiendas y bares tradicionales desaparecen, y llegan personas con mucho dinero pero sin educación ni modales”. Esta percepción se extiende entre muchos madrileños que observan cómo sus barrios se convierten en escaparates para los nuevos ricos.
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Grandes bancos como Santander, BBVA y CaixaBank abren sucursales específicas para clientes con patrimonios superiores a los 50 millones. Y mientras el centro se convierte en una pasarela de marcas como Cartier o Prada, los jóvenes madrileños son incapaces de acceder a una vivienda asequible. Incluso barrios como Chueca experimentan este efecto, con pisos de lujo de hasta 7 millones en edificios restaurados del siglo XX.
Algunos como el chef Sandoval o el director del exclusivo colegio Runnymede, Frank Powell, consideran que el cambio es “magnífico”, al convertir la ciudad en un espacio cosmopolita y angloparlante. Pero incluso iniciativas como la rehabilitación del Hotel Palace por 100 millones de euros, aunque respetuosa con la estética histórica, no logran ocultar la transformación: Madrid ya no es una ciudad para sus habitantes, sino para quienes pueden pagarla.
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