Lo amargo de no saber qué hacer

Cuba

Lo amargo de no saber qué hacer

Tenemos muchos improvisados que no tienen la menor idea de cómo enfrentar los problemas por miedo y no otras razones. Y más ahora, en economía de guerra.

Bandera de Cuba

De mis memorias de guerra, aún en reposo editorial, no dejo de recordar un pasaje donde nuestro curtido jefe, el teniente Pompa, debió ser evacuado en pleno desierto hacia la antigua RDA (República Democrática Alemana) porque su estómago reventó en torrentes de sangre. Quien lo sustituyó fue un recién llegado de Cuba que olía a colonia barata, pero con sorprendente fragancia.

No hizo más que entrar a la trinchera para que apareciera un grupo de tanques a poco menos de un kilómetro de distancia. Se le cursó aviso, miró por el equipo óptico y entonces, con aires de todo un conferencista principiante, apuntar:

-No sé qué me pasa hoy que no puedo coordinar.

Uno de nosotros, en susurro, le puso la tapa al pomo:

-Este hombre está “apendejado” (acobardado).

Aunque ese conflicto bélico en Etiopía ya a pocos interesa, nos dejó muy provechosas experiencias que si las aplicamos a la actualidad cubana no podemos menos que llegar a la conclusión de que tenemos muchos improvisados que no tienen la menor idea de cómo enfrentar los problemas por miedo y no otras razones.

Y más ahora, que el primer ministro ha dicho que estamos en economía de guerra, aunque no se vean tanques en lontananza

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