Llorar en la mañana y reír en la tarde

Cuba

Llorar en la mañana y reír en la tarde

Será el juicio imparcial de la historia quien certifique que los burócratas de varias generaciones en la isla hicieron más daños que el mismo imperio norteño con el bloqueo o embargo.

Cementerio de La Habana

Algún día, que espero no sea muy lejano, habrá que redactar una enciclopedia a la obra y gracia de los burócratas cubanos que cada día renacen como Ave Fénix avalados con siete cuños de la mejor calidad.

Hubo una época, cuando esto del transporte no era tan dramático, que un sabio detrás de un buró creó una empresa estatal de taxis dedicada única y exclusivamente a bodas y entierros.

Y así fue como no pocas mujeres conductoras terminaron en manos de un psiquiatra. La madre de un amigo perdió todo sentido de la vida, se tornó taciturna y de carácter en extremo variable.

Por mucho que se limitaran a su quehacer, fueron golpes muy duros para la sensibilidad humana. En la mañana, el servicio de funeraria con ese llantén y sollozos cada cien metros desde la funeraria hacia el camposanto. Al mediodía, una cajita de almuerzo salvador, ligera lavadita de cara, algo de colonia barata y a la búsqueda de los alegres participantes de la boda que hasta en alguna que otra ocasión la invitaban al festejo.

Pocas sobrevivieron a esos contrastes de la vida, a eso golpes del día a día que se combinan en forzada armonía con el dolor de la muerte. Por ahí andan a pie algunas ya ancianas que, al doblar una esquina con jaba o bolsa acompañante, extienden hacia lo alto su brazo izquierdo en señal que girarán a la derecha.

Angustias y alegrías a través del retrovisor. Donde mismo lloraban en la mañana, en la tarde saltaban de solidario júbilo. Los contrastes de esta vida. Será el juicio imparcial de la historia quien certifique que los burócratas de varias generaciones en la isla hicieron más daños que el mismo imperio norteño con el bloqueo o embargo.

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