La vicepresidenta ejecutiva y responsable de política de competencia, Margrethe Vestager
Europa rectifica su política de competencia y dulcifica medidas ante el colapso mundial de determinados productos y ante la presión a la que se encuentran sometidas las empresas continentales por falta de suministros. Este giro permitirá, “siempre de manera equilibrada” según Vestager, ayudar a las empresas comunitarias que concurren en los sectores más afectados, principalmente en el sector digital.
La comisaria y vicepresidenta insistió en que por sexta vez en año y medio la Comisión ha adoptado la modificación del Marco temporal de Ayudas Estatales que permite las subvenciones directas de los estados a las empresas afectadas por la pandemia. Y añadió que se están revisando a fondo el entramado legal de Bruselas: “Estamos inmersos en una revisión de la política de competencia de un alcance y una ambición sin precedentes”.
Así se prevé contribuir a la transición ecológica con nuevas directrices sobre ayudas climáticas, medioambientales y energéticas. Con ellas se apoyarán los esfuerzos de la industria en la descarbonización, la circularidad y la biodiversidad, así como la movilidad limpia o de emisiones cero y la eficiencia energética en los edificios. Y para mejorar la conversión digital, las próximas directrices de banda ancha pretenden fomentar el desarrollo de la infraestructura digital facilitando el despliegue y la adopción de redes de banda ancha que respondan a las necesidades de los usuarios.
Todo ello dará lugar a que la Comisión siga apoyando a los Estados miembros para diseñar proyectos paneuropeos a gran escala de interés común europeo (PIIEC) que superen conjuntamente las deficiencias del mercado permitiendo una innovación rompedora e inversiones en infraestructuras en prioridades verdes y digitales que se consideran claves. Por ejemplo: el hidrógeno, la infraestructura en la nube, la salud y la microelectrónica.
Ante la ola de desabastecimiento y la dependencia de terceros países, la UE quiere restablecer y potenciar determinadas actividades en su suelo sin que ello implique “el autoabastecimiento” según la vicepresidenta. Sin negar la importancia de los mercados abiertos y manteniendo el control de las fusiones, la Comisión aboga ahora por permitir el crecimiento de las empresas, garantizando al mismo tiempo que los mercados sigan siendo competitivos y las cadenas de suministro estén diversificadas. Además, promueve una política antimonopolio que permita a las empresas de la UE unir sus fuerzas para fomentar la investigación y el desarrollo, diseñar, producir y comercializar productos, o adquirir conjuntamente los productos o servicios necesarios para sus actividades.
Es decir, una enmienda a las exigencias, para muchos observadores muy duras, que tenía Bruselas en muchos sectores económicos y que ahora se revisarán para poder competir con los grandes actores norteamericanos y chinos, fundamentalmente.
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