La incertidumbre sobre España pone al euro al borde del abismo

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La incertidumbre sobre España pone al euro al borde del abismo

Para algunos especuladores el euro tiene los días contados desde que en el año 2009 se puso en evidencia a Bruselas al descubrir el mundo que las cuentas públicas de Grecia estaban muy maquilladas y que los controles dentro de la zona del euro eran poco más que nominales. Desde entonces se ha tenido que rescatar a tres países de la región –Grecia, Irlanda y Portugal- mientras ahora la expectativa gira en torno a España. Si España cae, el euro, muy probablemente, también caerá.

Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha dicho en más de una ocasión durante los últimos meses que el proyecto del euro es «irreversible». Sus palabras y las políticas de la institución que preside –que mediante la compra de deuda y las inyecciones extraordinarias de liquidez mantienen a raya a los especuladores- son de las pocas notas positivas que se pueden encontrar en el Viejo Continente. Prácticamente todo lo demás navega en contra del proyecto comunitario.

Por ejemplo, el enfrentamiento entre los diferentes países del euro. Mientras que la periferia europea, de la mano de Francia e Italia, trata de luchar contra las imposiciones de Alemania, que no hace más que exigir austeridad y recortes a toda costa, ésta se ve reforzada en su actitud por dos hechos indiscutibles: su hegemonía económica y el apoyo de otros países como Finlandia, Austria u Holanda. Los acuerdos van llegando, pero con cuentagotas. Las dudas sobre la unión política de la zona del euro se ven avaladas cada vez que termina una cumbre europea y no son pocos los expertos que señalan un auge del nacionalismo en el territorio continental.

Tampoco ayuda España como tal. La quiebra de muchas cajas de ahorro y la necesidad del Ejecutivo de Mariano Rajoy de pedir antes del pasado verano una «línea de crédito» valorada en 100.000 millones de euros hicieron dudar a muchos de la solvencia de su sistema financiero y, en consecuencia, de la solvencia de España en líneas generales. Además, las tensiones políticas propias del país –en donde las elecciones autonómicas de Andalucía y Asturias retrasaron la presentación de los Presupuestos y en donde el partido que probablemente gobernará Cataluña durante los próximos cuatro años ha anunciado la convocatoria de un referéndum sobre la independencia de esta región- tampoco ayudan a dar una imagen seria y, de nuevo, solvente del país.

Los especuladores que apuestan por la quiebra del euro consideran que si bien Bruselas, con la ayuda del BCE y del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha podido lidiar con Grecia (que ha exigido un desembolso de 240.000 millones de euros), Irlanda (85.000 millones de euros en ayudas) y Portugal (donde hubo que invertir 78.000 millones de euros), no podrá aguantar el peso de la cuarta economía de la región; la cual, además, muy probablemente arrastraría en su caída a la tercera, que es Italia. Los mecanismos de rescate implantados no tienen el suficiente dinero como para aguantar estas quiebras, y Alemania no parece dispuesta a aportar más blindaje. En cualquier caso, de momento Rajoy aguanta sin pedir ayudas y los mercados se mantienen en calma tensa: el euro entrará en el 2013 pero la pregunta es el estado en el que alcanzará el 2014.

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