Él se llama Athanasios, y es natural de Tesalónica. Su mujer se llama Albena, y nació en Bulgaria antes de marcharse a vivir a Grecia y conocer a su marido. Y en tercer lugar está la hija de ambos: Nikola. Viven desde hace seis meses en una terminal del aeropuerto de Munich y cualquier alternativa es mejor antes que optar por el regreso.
La historia la cuenta la bitácora helena Keep Talking Greece, que a su vez cita a la prensa alemana. Y recuerda demasiado a la película La Terminal, en donde Tom Hanks protagoniza a un viajero procedente del Este de Europa que se queda atrapado, por culpa de la burocracia, en un aeropuerto estadounidense sin poder regresar y sin poder, tampoco, salir a la ciudad. Mientras tanto se gana la vida recogiendo carritos de llevar maletas y recolectando lo que las máquinas que los almacenan le dan por ello.
En esta ocasión, la reclusión en el aeropuerto de Munich es voluntaria. La familia subsiste a base de reciclar envases. Y con el dinero que recaudan cubren necesidades básicas como la alimentación. Con lo que sobra Athanasios se traslada al centro de la ciudad para poder buscar un empleo. En teoría la estancia en la terminal está prohibida, aunque hasta ahora la policía ha hecho la vista gorda.
Hace unos años Athanasios tenía una vida satisfactoria, según explicaba él mismo a la prensa local. Trabajaba como pincha-discos en una radio de Tesalónica, y con el dinero ahorrado incluso llegó a montar un local de ocio. La crisis del país generó su despido y la necesidad de vender su negocio. Posteriormente trabajó como frutero, hasta que optó por emigrar.
