La industria de la banca de inversión se encuentra en la encrucijada y debe replantearse su futuro. Esta coyuntura puede provocar, según algunas consultoras relacionadas con el sector, una lenta pero inexorable recolocación de la fuerza de trabajo en lugares distintos de los centros tradicionales como Wall Street o la City de Londres.
Hasta ahora, los informes en los que se incluía esta posibilidad solían considerarse una forma de amenazar a las autoridades locales. La salida de estas grandes compañías de ‘su’ territorio podía suponer una espectacular caída de los ingresos fiscales. Pero ya no es exactamente así. De hecho, se han producido algunos movimientos.
Algunas entidades financieras han deslocalizado los servicios de menor valor añadido, como los ‘call centers’ o el ‘back office’, a lugares más baratos que Nueva York como Carolina del Norte, o Florida. Tanto desde el punto de vista de los costes en el mantenimiento de las sedes, como en lo que respecta a la contratación del personal.
Sin embargo, esos movimientos también implican algunos riesgos. Por ejemplo, la posibilidad de que algunos clientes, que mantienen sus oficinas cerca de los centros bancarios tradicionales opten por cambiar de banco de inversión.
