El Banco de Japón lleva varios días inyectando liquidez en la economía nipona para prevenir una catástrofe financiera que se sume al clima de crisis que ya se vive en el país asiático. El Banco Central ha inyectado 470.000 millones de euros en los últimos siete días, que corresponde a un 12% del PIB del país, cifrado en 3,85 billones de euros.
El gobernador de la institución, Masaaki Shirakawa, ha dicho que el Banco continuará inyectando liquidez en el sistema financiero japonés para preservar la estabilidad el mercado doméstico, mientras Tokio y el resto del países del G-7 se centran en mantener un clima de calma en el apartado de las divisas.
Shirakawa también ha explicado que uno de los principales beneficiarios de las inyecciones será el sistema bancario, que se encuentra en medio de la incertidumbre ante los efectos de la catástrofe a todos los efectos que surgió con el terremoto y posterior tsunami el pasado viernes. El país se encuentra actualmente en estado de alarma nuclear, dado que algunas de sus centrales se han visto dañadas por ambos fenómenos.
«El Banco de Japón espera que la intervención del G-7 en el mercado de dividas contribuya a la estabilidad financiera del país», explicó la institución en una hoja informativa de carácter urgente. La madrugada del miércoles el yen sufrió un ataque por parte de los especuladores, que revalorizaron la moneda hasta alcanzar un precio récord de 76,32 yenes por dólar.
«El Banco de Japón mantendrá una política monetaria que asegure la tranquilidad financiera en los mercados, y por lo tanto continuaremos otorgando liquidez», añadía esta nota. Shirakawa aseguró que tras el anuncio de intervención del G-7 y las inyecciones realizadas por el Banco Central (a tres y seis meses), la estabilidad es una realidad.
Los expertos opinan que Japón tiene facilidades para buscar financiación en los mercados, y por eso mantiene unos tipos de interés casi planos.
