El embajador de EEUU recomienda a España tener en cuenta la economía colaborativa

Economía colaborativa

El embajador de EEUU recomienda a España tener en cuenta la economía colaborativa

James Costos

James Costos defiende que este nuevo modelo de consumo genera “enormes beneficios tanto a los ofertantes, al generarles ingresos, como a los consumidores, al mejorar precios, calidad y opciones”. El embajador de EEUU en España, James Costos, defiende en su blog en el periódico El Mundo el impacto del llamado consumo colaborativo en el crecimiento económico. En su opinión, es uno de los factores que “ha contribuido” al avance del PIB y al descenso del paro en el país norteamericano. Por ello, entiende que es hora de que en España se empiece a “contemplar” y “canalizar” este nuevo modelo de negocio.

En el texto, Costos señala que en nuestro país se “podría abrir un sano debate sobre estas cuestiones y contemplar maneras de poder canalizar oportunidades económicas individuales, garantizando a la vez que el respeto a las leyes y el pago de los impuestos”.

“¿Debe poder un trabajador de la construcción que no ha encontrado trabajo desde hace meses alquilar su apartamento en la playa a turistas para poder llegar a fin de mes? ¿Debe un ama de casa poder utilizar el automóvil familiar para transportar a turistas de aquí para allá, aumentando así los ingresos familiares a la vez que mantiene un horario flexible para atender a sus hijos?”, se pregunta el embajador en este sentido.

Y es que, el diplomático considera que la economía colaborativa, sustentada en la tecnología, genera “enormes beneficios tanto a los ofertantes, al generarles ingresos, como a los consumidores, al mejorar precios, calidad y opciones” . Es decir, este modelo de consumo favorece la competencia y la experiencia del consumidor, señala Costos, apoyándose en las opiniones de “la mayoría de los expertos”.

El embajador de EEUU en España también defiende que “estas plataformas ofrecen enormes oportunidades porque son flexibles, de fácil uso, bajas en coste y en barreras de entrada, pueden ser gestionadas individualmente, y enlazan eficazmente a los ofertantes con los clientes”.

En relación a la importancia y el empuje de la economía colaborativa, Costos pone como ejemplo su país. En la nación norteamericana, había en 2013 cerca de 80 millones de ofertantes y usuarios y se generaron unos ingresos de 3.500 millones de euros. Unas cifras que han llamado la atención de los inversores, como recuerda: “la inversión por parte de empresas de capital riesgo en tecnologías colaborativas llegó a los 17.000 millones de euros en 117 empresas en 2013”.

Aunque no hay datos de 2014, los números del año anterior crecieron considerablemente respecto al ejercicio previo, pero aún queda mucho tiempo para que este modelo de consumo toque techo. Según apunta, se espera que en 2025 la economía colaborativa alcance una facturación mundial de 335.000 millones de euros, cuando actualmente se coloca en torno a los 15.000 millones de euros.

Costos también apunta a los inconvenientes: “requiere una mano de obra flexible, lo que quiere decir que no hay garantías, ni horarios, ni ingresos fijos, ni prestaciones tradicionales”. También generan polémica porque son “difíciles de controlar” . A este respecto, subraya que “en todo el mundo, incluido EEUU, las autoridades locales, regionales y nacionales están intentando encontrar un buen equilibrio entre la regulación y la innovación”.

Este punto, la regulación y la supuesta amenaza a los negocios tradicionales, lo que más revuelo está causando en nuestro país. “Las ideas que sustentan estos modelos de negocio son transformadoras, y es natural que la transición desde un modelo establecido a una idea completamente nueva cause trastornos, es lo que trae la evolución”, asegura el embajador estadounidense, que en este punto hace referencia a la llegada de los automóviles en sustitución de los coches de caballos. Los vehículos despertaron las protestas del sector del transporte tradicional, pero “al final el progreso siguió adelante, el mercado se impuso y los consumidores triunfaron”.

Aunque el diplomático sostiene que no está “abogando a favor de una empresa concreta”, este argumento recuerda al conflicto de los taxistas con compañías como Uber.

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