En Cuba, las gasolineras son estatales. Ante la crítica situación con el combustible, entre los más baratos del mundo (25 litros de diésel por menos de tres euros o dólares), tenemos que una de ellas es sólo para diplomáticos, empresas y prensa extranjeras además de las congregaciones religiosas, que llevan la W en su matrícula mientras que el resto lo hacen con la K y otras denominaciones en el caso de las embajadas.
En intento por que lo poco sea equitativo han sido dictadas determinadas regulaciones en su distribución y una de ellas, la de avenida 1ra y calle 40, en Miramar, es la única en la ciudad que oferta diésel en sus cuatro bombas, donde se prohíbe el expendio en tanquetas auxiliares, sólo en los tanques de cada vehículo hasta un límite prudencial. A veces, según la disponibilidad, lo que admita en el depósito.
Con una frecuencia aproximada, cada 48 horas un vehículo cisterna tributa en ese lugar, con filas que pueden alcanzar poco menos que el medio kilómetro en no pocas ocasiones. Largas esperas de horas con los más insólitos acontecimientos entre los propios choferes donde el respeto a la fila y al orden brillan por su ausencia. Un sálvese quien pueda. Pícaros en acción.
Así es el caso que delante de este corresponsal estaba un individuo en moto que sostenía que con él venían cinco autobuses pertenecientes a congregaciones religiosas, concretamente, evangélicas. Y detrás, otro que había “marcado” para toda la flotilla de su empresa radicada en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel. Un mal endémico. No hay cola o fila en la que alguien manifieste que con él vienen varios.
Este domingo fueron once horas de penitencia, sin moverme del sitio. Peor que dos horas de centinela en un campo de batalla.
Tener por delante esos autobuses, donados por sus homólogos estadounidenses, que pueden “tragar” cualquier cantidad de litros de petróleo es una preocupación que tienen muchos usuarios, pero también con otras inquietudes como esa señalada por un chofer en el chat popular dedicado a esa gasolinera:
-Sin ofender a nadie, (…) hay más “carros” que creyentes.
