La nota, muy escueta como la primera donde se dio cuenta de la proximidad del juicio, ha señalado en un tercer y último párrafo que “en cumplimiento del debido proceso, los abogados y el acusado han tenido acceso al expediente y a las conclusiones provisionales de la Fiscalía, y entregaron las conclusiones de la Defensa”.
Al acusado Alejandro Gil Fernández se le imputa, además de espionaje, los delitos de actos en perjuicio de la actividad económica o de la contratación, malversación, cohecho, falsificación de documentos públicos, evasión fiscal, tráfico de influencias, lavado de activos, infracción de las normas de protección de documentos clasificados, y sustracción y daño de documentos u otros objetos en custodia oficial.
En el proceso también se encuentran involucradas un número no determinado oficialmente de encartados.
Las dos mini notas de la Fiscalía General de la República (FGR) han generado múltiples reacciones en las redes sociales dado el gran interés despertado en la población. Y opino no habrá que esperar otras más enjundiosas. Ello ya da por resultado un brote de rumores en torno al proceso.
Un colega amigo me aseguraba hoy en la tarde que “habrá que buscar más información por fuera”. Y ello entraña un riesgo en un país donde la gente se ufana de saberlo todo “de buena tinta”.
En extremo delicada la acusación de espionaje. Sólo ella conlleva pena de muerte o cadena perpetua. Mucho se ha especulado en torno para qué potencia trabajaba el encartado en caso de comprobarse su culpabilidad. Hay quienes aseguran tratarse de los servicios de inteligencia británicos.
Sin ser economista de profesión (graduado en Ingeniería en Explotación del Transporte) ejerció el cargo durante los años 2019 hasta febrero de 2024 en fue destituido por “graves errores”. Era miembro del Comité Central del Partido Comunista y diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento).







