Poco falta para que también le carguen a un simple soldado de infantería cubano el portar par de pistolas como en el lejano oeste: la clásica rusa Makarof y esa capaz de marear y ensordecer al enemigo. Crece como la espuma el misterioso caso de los trastornos digestivos y cerebrales en diplomáticos estadounidenses y canadienses radicados en la isla que se han visto afectados por la llamada “guerra acústica”. Casi una veintena de gringos y un poco menos de una decena de los apacibles canadienses han sido los perjudicados. Y la pregunta es, ¿a quién sirve este nuevo show?
De momento, ni el FBI ni la CIA han apuntado en sus investigaciones, que incluyen hasta las puertas abiertas en la isla para indagar hasta por los depósitos de basura existentes en las rutas tradicionales de los diplomáticos, a las autoridades cubanas como máximos responsables de estos raros incidentes digno de La guerra de las galaxias y no de los tiempos actuales.
En medio de tanta oscuridad y múltiples pareceres, mi apuesta es que estamos ante otra patraña de los servicios especiales secretos estadounidenses para retirar de la isla la embajada de esa nación.
Es que ya están pensando hacerlo.
