Todo lo que el Gobierno ha revelado de la subasta de Catalunya Caixa sigue el guión de lo que en su día se anunció para Novagalicia. Los fondos internacionales anunciados finalmente se batieron en retirada. El fiasco de la subasta de la nacionalizada Novagalicia podría tener un bis. De momento, todo lo que el Gobierno ha revelado del proceso de venta de Catalunya Caixa sigue palabra por palabra lo anunciado en su momento para la gallega. El supuesto interés de una multitud de fondos internacionales podría terminar, como entonces, en una abultada factura para el contribuyente.
Los temores han llegado a los círculos financieros catalanes después de que el secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa, Fernando Jiménez Latorre, haya avanzado algunos detalles de la operación. El alto cargo gubernamental ha asegurado que el Banco de España ya ha recibido el interés de un nutrido grupo de fondos internacionales para hacerse con el control de la maltrecha heredera de las antiguas cajas de ahorros catalanas.
A renglón seguido, Jiménez Latorre ha tenido que reconocer la falta de ofertas por parte de las entidades nacionales, aunque los ha disculpado por ser aún “muy pronto” para conocer su interés definitivo. Una circunstancia que el pasado verano frenó el primer intento de subasta de Catalunya Caixa y que en el caso de Novagalicia supuso su entrega al venezolano Banesco con una factura de 8.000 millones de euros para los contribuyentes españoles.
Por el momento, la entidad surgida de la fusión de Caixa Catalunya, Tarragona y Manresa, ha recibido ya 13.052 millones de euros públicos. En un primer momento, para proteger a la recién creada marca financiera se aportaron 1.250 millones de euros a través de la primera oleada de ayudas del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Después llegó una inyección de capital de 1.718 millones y, más tarde, otra de 9.084 millones procedentes del rescate europeo a los que últimamente se han sumado 1.000,9 millones más del Fondo de Garantía de Depósito (FGD) para lidiar con sus polémicas participaciones preferentes y otros títulos de deuda híbrida y subordinada.
