La salida de Gallardón de la Alcaldía de Madrid puede convertirse en un problema inesperado para Florentino Pérez que, por el momento, no ha conseguido una relación demasiado fluida con Ana Botella. La circusntancia, además, se suma a la preocupación que ya tenían los principales accionistas de ACS, los March y los Albertos, que cada vez están más inquietos ante la próxima refinanciación de la deuda de la constructora.
Uno de los negocios que se mueve a la baja es Urbaser que tiene por delante un complicado vencimiento poco antes del verano y que, según se cuenta en algunos medios financieros, no se ha conseguido vender, a pesar de las rebajas en los precios con que se han intentado que la compañía fuera más atractiva para los compradores potenciales.
Y ahí surge otra vez la figura de Ana Botella de cuyos desencuentros con Florentino hablábamos al principio. Porque si antes Uerbaser era dificil de vender ahora va a resultar casi imposible con el ajuste a la baja que pretende aplicarle a la compañía el Ayuntamiento de Madrid.
Tal y como explicó El BOLETIN, el consistorio quiere introducir un nuevo macrocontrato de limpieza que agrupará los servicios de Arganzuela, Retiro y Salamanca de los que se encargan Urbaser y FCC. Botella quiere agrupar servicios y pagar por ellos en función de la calidad y resultados obtenidos. En este proyecto piloto se quiere incluir también el mantenimiento de las zonas verdes del distrito de Salamanca. Y todo por el ‘módico precio de 24 millones de euros.
Hasta los sindicatos están inquietos con un plan que creen podría hacer entrar en pérdidas a las concesionarias que, apenas sacarían lo suficiente para pagar los salarios de los 9.000 trabajadores que viven de este negocio.
Pero esa incertidumbre puede hacerse extensiva a los grandes accionistas de ACS que se temen lo peor. En concreto que, el faraónico proyecto de la Esquina del Bernabeú en el que está empeñado Florentino se convierta en moneda de cambio y Botella pida a Urbaser que ‘subvencione’ su proyecto piloto para ahorrar con los contratos de limpieza urbana, a cambio de que pueda hacerse realidad el regalo de despedida que Gallardón quiso dejarle al afamado constructor.
