La banca española sigue en su laberinto

Economía

La banca española sigue en su laberinto

La reforma del sector financiero y el saneamiento de los activos inmobiliarios se han convertido en una trampa de la que los bancos españoles parecen incapaces de salir. Como si de un laberinto se tratase, cada nuevo giro no parece hacer sino alejar la resolución del problema. El último ejemplo, por el momento, el proyecto de un ‘banco malo’ para sacar del balance de las entidades el ladrillo.

Banco Santander, BBVA, el Popular y el Sabadell, en bocas de sus consejeros delegados, se han mostrado fríos respecto al proyecto. Todos ellos han señalado que no utilizarán este instrumento cuando se cree, al tiempo que le han pedido al Ejecutivo que sea voluntario. “No queremos que sea pan para todos”, tal y como ha destacado este viernes Jacobo González Robatto, director general del Popular.

Un paso más allá ha ido María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter, muy crítica con el proyecto. “Si se trata de que las entidades que han sido imprudentes en la gestión de sus carteras inmobiliarias se desprendan de sus errores a costa del contribuyente o de otros bancos que lo han hecho bien”, como Bankinter, “no sería justo”, ha sentenciado.

Sí se ha acogido con mayores dosis de esperanza en los grupos de las antiguas cajas, que llevaban meses pidiendo algo parecido, aunque prefieren mantener la prudencia.

El ‘banco malo’ ya se barajó incluso antes de que el Gobierno de Mariano Rajoy tomase mando en plaza, pero finalmente el ministro de Economía, Luis De Guindos, se decantó por exigir nuevos saneamientos de los activos inmobiliarios, que cifró en 53.000 millones de euros. La intención del Ejecutivo era que estos saneamientos obligasen a más fusiones en el sector, pero todo parece indicar que no será suficiente para completar la reestructuración financiera.

Finalmente, el modelo elegido para el ‘banco malo’ se basa en crear varias sociedades inmobiliarias, dependiendo del tipo de activos que se traspasen: suelo, viviendas en construcción, promociones terminadas, etcétera, en las que participarían las diferentes entidades y para las que se trataría también de incorporar inversores.

Los bancos cederán la gestión y el control de las sociedades a expertos que valorarán los activos, con la intención de que se pueda considerar que estos inmuebles se han desagregado del balance. Quiénes serán esos expertos y cuáles serán las valoraciones, son las principales preocupaciones.

Sin embargo, el ‘banco malo’ no es más que uno de los hilos de la madeja, después de que un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) haya advertido del riesgo de una morosidad oculta en el sector inmobiliario debido a la predisposición de los bancos a aceptar refinanciaciones en las deudas de las inmobiliarias.

La refinanciación de la deuda de las inmobiliarias se ha convertido en una práctica habitual de los bancos, ante la incapacidad de las inmobiliarias para devolver los préstamos y la reticencia de las entidades de adjudicarse nuevas promociones inmobiliarias, que deben ser fuertemente provisionadas.

Ayer mismo, la inmobiliaria Quabit anunció una reducción de sus pérdidas gracias a las compras de viviendas de sus acreedores como canje por varias partidas de la abultada deuda que arrastra la inmobiliaria. A comienzos de año, compañía cerró con éxito la refinanciación de una abultada deuda que, a través de la venta de activos de suelo y ladrillo por 360 millones de euros, se redujo en un 25%.

Un movimiento similar realizó a principios de año el Grupo Obinesa (que integra Lubasa Inmobiliaria), que llegó a un acuerdo con sus principales acreedores para refinanciar una deuda de casi 1.000 millones de euros, tres años después del anterior acuerdo de refinanciación.

El acuerdo garantiza la estabilidad financiera de la compañía durante los próximos tres años, ya que contempla el aplazamiento de la deuda hasta marzo de 2015.

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