Las protestas han sido convocada por la Plataforma de Organizaciones y Usuarios de Residencias y la Plataforma por la Dignidad de las Personas Mayores (Pladigmare) y cuentan con el apoyo de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM), que ha llamado a secundar ambas protestas.
La primera de las protestas tendrá lugar a las 10 horas ante los Juzgados de Plaza Castilla, coincidiendo con la declaración del exconsejero de la Comunidad de Madrid Alberto Reyero, junto a Carlos Mur de Viu y Yolanda Fuentes, por los fallecimientos en residencias durante la primera ola de la pandemia de Covid-19.
La segunda tendrá lugar a las 19 horas ante la sede de la Consejería de Familia, Juventud y Política Social, ya que, según los convocantes, «se dan todos los requisitos en las residencias para que se produzca maltrato institucional».
En un comunicado, la FRAVM ha recalcado el «necesario y urgente» trabajo «de sensibilización e implicación social» sobre problemas como el maltrato en las residencias, el edadismo, la soledad no deseada o la falta de participación de las personas mayores en las políticas públicas.
«Determinadas modalidades de malos tratos físicos y psíquicos son fácilmente identificables y, en muchos casos, muy conocidas. Baste recordar las denuncias habidas en algunas residencias de nuestro entorno o, como no, el trato dado en estos mismos lugares durante la pandemia a las personas que no tenían cobertura sanitaria privada. Sin olvidar, desde luego, los casos más difícilmente identificables que se pueden dar en el ámbito privado», ha explicado.
En este sentido, la FRAVM ha recalcado que es responsabilidad de las administraciones públicas y de toda la sociedad «acabar con estas situaciones que nos denigran a todas y a todos y con las circunstancias que las propician». «Es necesario y urgente un gran trabajo de sensibilización e implicación social sobre estos problemas», ha incidido.
Al hilo, ha indicado que también son ejemplos de maltrato «la soledad que viven muchas personas mayores y el escaso apoyo social que reciben; el edadismo o minusvaloración de las personas mayores que deriva en su discriminación social; o la falta de enfoque intergeneracional en la mayoría de actividades o espacios que las administraciones destinan a las y los mayores, que los aíslan y facilitan su segregación como colectivo».
También la falta «de auténticos cauces de participación e influencia en las políticas que afectan no solo al colectivo como tal sino también al conjunto de la sociedad, como ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho que continúan siendo».
