No, no es que la “política de cuadros” esté al revés en Cuba y que prosiga con casos como el de Alejandro Gil, ex vice primer ministro y titular de Economía y Planificación, para ocupar tan importante cargo cuando era en realidad era ingeniero en Explotación del Transporte.
No hay organismo o institución gubernamental o política en Cuba que no tenga un aparato de “personal y cuadros” regido por estrictas normas de control y supervisión. En teoría, para hacer las cosas como son debido, aunque no siempre sea así y se vean casos que rayan en el horror y el favoritismo.
En mi caso hipotético, que el periódico sea dirigido por un ingeniero agrónomo, y en el otro, que el hospital lo supervise un licenciado en historia del arte. La lección es más vieja que andar a pie: zapatero a sus zapatos.
No, no señor. Confío que no es el caso.
El reciente nombramiento de un vice ministro del Salud Pública, doctor en Ciencias Reynold D. García Moreira para vice gobernador de la capital cubana no fue entendido por muchos que lo vieron bastante raro y hasta quizás contrario a la “política de cuadros”.
Para mí, el asunto está mucho más claro y no como el agua potable achocolatada que debe recibir la gente en la centro-sur ciudad de Cienfuegos o allá por la oriental Santiago de Cuba. La capital cubana requiere de mayor urgencia la gestión de un especialista de salud. Sus calles, sin excepción, son hervideros de desechos que afectan la salud humana porque ya lo estamos pagando con la propia vida.
Y cualquier acción que se emprenda al calor de la grave crisis sanitaria que padece no sólo ella, sino toda isla, requerirá mucho rigor e infraestructura para no convertir el combate es una escaramuza publicitaria y mucho menos edulcorar la actual situación epidemiológica.
Al doctor García Moreira le ha caído sobre sus hombros una gran responsabilidad al tener a toda una ciudad como su nuevo paciente.
