Cuba en pie de guerra ideológica

Cuba

Cuba en pie de guerra ideológica

El error está en no poder o no querer establecer la diferencia de determinar quiénes están contra la revolución y quienes están descontentas con ella.

Cuba
Allá por los 90 del siglo pasado conocí a un director de empresa, ex dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) muy dado al lenguaje de barricada ante las situaciones más inverosímiles como esas de abordar la infidelidad de la esposa de un jefe de departamento.. El hombre, que rondaría los 40 años de edad, no encontraba mejor metáfora para tratar a los subordinados que decirles “los quiero a mi lado en la trinchera”. Pero tenía un gran inconveniente: jamás había estado en una de ellas con un fusil encima y jugándose la vida. Treinta años después, el lenguaje de barricada tiene no pocos herederos en la actual confrontación de ideas políticas, económicas o sociales que existen en la Cuba de hoy. Si una vez cursaron efecto, ya el tiempo las ha descartado por inservibles u obsoletas. Por fortuna para este país, los hay con un lenguaje diferente. Hace poco me detuve a escuchar pacientemente a un joven primer secretario del partido comunista en un municipio y su lenguaje era diferente. Tenía la virtud de convencer a sus correligionarios con argumentos coloquiales, con los pies sobre la tierra de las dificultades del día a día y de la necesidad de un esfuerzo por hacerlas cambiar. El error de algunos pesos pesados y también livianos que hacen política en Cuba está en no poder o no querer establecer la diferencia de, como dijo Fidel Castro en cierta ocasión a principios de la Revolución, determinar quiénes están contra la revolución y quienes están descontentas con ella. Con credibilidad, transparencia, ejemplo y oratoria para estos tiempos se evitaría un peligro anunciado por el propio Fidel, que la revolución fuera capaz de autodestruirse sin la llegada de un marine a tierra insular. Mucho cuidado en qué trinchera nos metemos.

Allá por los 90 del siglo pasado conocí a un director de empresa, ex dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) muy dado al lenguaje de barricada ante las situaciones más inverosímiles como esas de abordar la infidelidad de la esposa de un jefe de departamento.

El hombre, que rondaría los 40 años de edad, no encontraba mejor metáfora para tratar a los subordinados que decirles “los quiero a mi lado en la trinchera”. Pero tenía un gran inconveniente: jamás había estado en una de ellas con un fusil encima y jugándose la vida.

Treinta años después, el lenguaje de barricada tiene no pocos herederos en la actual confrontación de ideas políticas, económicas o sociales que existen en la Cuba de hoy. Si una vez cursaron efecto, ya el tiempo las ha descartado por inservibles u obsoletas.

Por fortuna para este país, los hay con un lenguaje diferente. Hace poco me detuve a escuchar pacientemente a un joven primer secretario del partido comunista en un municipio y su lenguaje era diferente. Tenía la virtud de convencer a sus correligionarios con argumentos coloquiales, con los pies sobre la tierra de las dificultades del día a día y de la necesidad de un esfuerzo por hacerlas cambiar.

El error de algunos pesos pesados y también livianos que hacen política en Cuba está en no poder o no querer establecer la diferencia de, como dijo Fidel Castro en cierta ocasión a principios de la Revolución, determinar quiénes están contra la revolución y quienes están descontentas con ella.

Con credibilidad, transparencia, ejemplo y oratoria para estos tiempos se evitaría un peligro anunciado por el propio Fidel, que la revolución fuera capaz de autodestruirse sin la llegada de un marine a tierra insular.

Mucho cuidado en qué trinchera nos metemos.

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