¡Cuántas cosas perdidas en Cuba!

Cuba

¡Cuántas cosas perdidas en Cuba!

Faltas materiales y esas tan importantes como las espirituales. Un inventario casi hasta el infinito.

Bandera de Cuba

Nuestra isla o archipiélago, como bien apuntan los entendidos en geografía, se nos está convirtiendo en una inigualable sucursal del Triángulo de las Bermudas; todo o casi todo se pierde o desaparece sin dejar rastro alguno.

Y la lista de extravíos requiere de varias sesiones para elaborarla ojalá carente de discriminación alguna. Un grupo multidisciplinario lo más imparcial posible, donde no falte, nuevamente, la Academia, así como  connotados vagabundos de la nación que con ello nos evitaríamos el coste de un plebiscito y que los burócratas hagan de las suyas. Es que hasta algún que otro ciego podría aportar experiencias porque los conozco con una visión de transparente manantial.

Sentar a los implicados de tantas desapariciones, sin distingos para los extranjeros, en el banquillo requerirá colocar respaldos en el Malecón habanero en sus ocho kilómetros con posibilidades de prolongación por la Quinta Avenida. En el caso de los gringos, pues en el área que corresponde a su embajada para hacer gala de organización.

Si me permite el lector, en este asunto en cuestión, no puedo menos que rendir homenaje de recordación a un vecino amigo, notable escritor y dramaturgo: Ezequiel Vieta (1922-1995). Resulta que Pailock el prestidigitador se esforzó durante años en hacer desaparecer a su esposa en acto público, a teatro lleno, hasta que finalmente pudo lograrlo. Un final en extremo dramático. La mujer nunca pudo reaparecer. Ezequiel, un precursor.

Faltas materiales y esas tan importantes como las espirituales. Un inventario casi hasta el infinito.

A pesar de todo lo perdido, queda la esperanza. Así reza el dicho. Por tierras españolas aún se escucha esa frase premonitoria de “más se perdió en Cuba”.

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