Ricardo Darín interpreta a un piloto militar desertor de los llamados ‘vuelos de la muerte’ argentinos que busca refugio en un pequeño pueblo de provincia. Durante la dictadura argentina, miles de opositores políticos fueron drogados y arrojados vivos al mar desde aviones militares. Una forma de exterminio atroz, conocida como ‘los vuelos de la muerte’, que recuerda , la última película del director Sebastián Borensztein, protagonizada por Ricardo Darín.
La cinta se centra en la huida de uno de los pilotos de estos vuelos, Tomás Kóblic (Darín), quien cargado de remordimiento abandona su vida en Buenos Aires y se esconde del régimen en un pequeño pueblo de provincia. Allí intenta pasar desapercibido, sin embargo, el lugar esta controlado por el oscuro y corrupto comisario Velarde (Oscar Martínez), que no tarda en sospechar de la presencia del forastero. La cosas se complican para Kóblic cuando conoce a Nancy (Inma Cuesta), la dependienta de la gasolinera.
El rastro de la culpa se deja notar en la mirada del desertor y en sus recuerdos: su propia conciencia es su mayor castigo. Pero la interesante reflexión sobre el arrepentimiento y la contradicción moral se queda en un segundo plano, pues el film pone el foco en el duelo con aroma ‘western’ entre Kóblic y Velarde y en la relación del piloto con la joven maltratada.
Borensztein, también guionista de la película junto a Alejandro Ocón, deja claro desde el primer momento que la estancia del protagonista no será tranquila y estará marcada por su enfrentamiento con el comisario. Un conflicto sostenido por el ambiente asfixiante de la pequeña población, Colonia Elena, y, sobre todo, por la atrayente batalla interpretativa ente Darín y Martínez. Sin embargo, al duelo le falta intensidad en algunos momentos.
Lo mismo ocurre con la historia de amor, demasiado repentina y fría, falta de química. La relación resulta forzada y previsible.
Estos fallos relacionados con el guión contrastan sin embargo con la gran capacidad del director para crear la atmósfera opresora, violenta y de contante vigilancia de Colonia Elena, que refleja el clima que se vivía en el país latinoamericano durante la dictadura de Videla.
‘Capitán Kóblic’ presenta además una impoluta factura visual. La cuidada fotografía de Rodrigo Pulpeiro es, junto a las interpretaciones, lo más cautivador de la cinta. Capta con delicadeza y bellos planos la aridez del paisaje, reforzando ese ambiente desolador, así como el aire ‘western’ del film.
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‘Capitán Kóblic’, un película de Sebastián Borensztein
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