La cantante de Nueva Orleans se adentra en el lado oscuro del ritmo en su flamante tercer disco. A veces, las dificultades son el único camino posible hacia la gloria. Y ese podría ser el resumen más fidedigno de lo que ha sucedido con la carrera de Dawn Richards en los últimos años. En el tiempo que separa su segundo álbum, Goldenheart, publicado en 2013, de este ‘Blackheart’ que acaba de salir.
De hecho, en principio, Richard parecía llamada a ser poco más que otra cantante de R&B comercial, en la estela de la peor y más empalagosa Beyonce. Hasta había llegado al negocio de la mano de uno de esos concursos de talentos que abarrotan las parrillas estos días, en este caso ‘Making The Band 3’ de la cadena MTV.
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Lo primero que hay que decir es que ‘Blackheart’, no es exactamente una segunda parte del anterior. Hay mucha más electrónica aquí, que en todos los trabajos anteriores de este moderno proyecto de diva. Y también mucho más riesgo. Y mucha más experimentación.
De modo que si usted espera encontrar en el álbum el típico sonido moderno, de las cantantes de esta clase, digamos del estilo de una Janelle Monáe tal vez se decepcione. Richard está más cerca, por ejemplo, de FKA Twigs, la artista británica que se convirtió en una de las grandes sensaciones de 2014.
Y, ciertamente, uno puede encontrar también en estas 14 canciones, que se extienden a lo largo de 61 minutos, el rastro de la omnipresente Björk quien, para lo malo y para lo bueno, ha marcado toda la música moderna con pretensiones artísticas que se hace últimamente.
Pero, a diferencia de otras, Dawn es una cantante poderosa y lleva el ritmo de Nueva Orleans en la sangre. Y esa característica, le guste o no, se filtra constantemente por la estructura mecanizada de un trabajo que, a pesar del dominio de la instrumentación cibernética, se eleva gracias a un torrente de sentimientos subyacentes.
Quizá por eso, uno como yo, que de moderno tiene lo justo, si tiene que elegir se queda con temas como ‘Phoenix’, mi canción favorita del disco por el momento, que Richard canta a medias con su compañera de Danity Kane Aundrea Fimbres. Un baladón furioso, quizá demasiado estándar para según quien, pero que a mí me seduce por completo.
Hay más cosas claro: ’Billie Jean’, que cuenta la misma historia que narraba Michael Jackson en su canción, pero desde la perspectiva de la ‘groupie’, ‘Calypso’, donde Dawn demuestra ser una verdadera virtuosa en el uso del ‘vocoder’ o los siete minutos largos de ‘Aderall/Sold (Outerlude)’ que resultan sorprendemente ‘cortos’ gracias a la mezcla de una melodía delicada y envolvente y unos arreglos hipnóticos llenos de sorpresas.
Apuestos, sin embargo, a que algunos de ustedes, los lectores más ‘clásicos’ no les va a gustar demasiado este álbum. Estarán en su derecho, por supuesto. Pero, lo mismo si dejan aparcados durante unos minutos su música de siempre y consiguen entrar en el maravilloso mundo de Dawn Richard, le cogen el gusto al asunto. Esto es bueno. De eso no hay duda. Y lo bueno, a veces, no entra a la primera. Pero, luego se queda con uno para siempre. O casi.
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‘Blackheart’, un disco de Dawn Richard
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