La artista no consigue terminar con los rumores de que su manager ha pagado para conseguir la actuación. Es, probablemente el show que cualquier artista quisiera conseguir. Tocar en el descanso de la Superbowl, la gran final de la liga de Profesional de Futbol Americano (NFL, por sus siglas en inglés) que congrega cada año frente al televisor a más de 112 millones de personas sólo en EEUU.
Y este año, la afortunada estrella que tendrá la posibilidad de hacerlo es Katy Perry, quién ocupará un espacio privilegiado que durante las últimas ediciones ha acogido a Beyoncé, Madonna, Usher y The Rolling Stones, entre otros.
Y también el año pasado a Bruno Mar( que invitó a los Red Hot Chilli Pepers. La combinación de pop y rock duro fue un gran éxito y Perry quiere repetir la jugada. Para conseguirlo ha invitado a Lenny Kravitz para que actue con ella.
La gala tendrá lugar el 1 de febrero y se ha visto rodeada de una fuerte polémica. Algunas páginas webs especializadas se han hecho eco de los intensos rumores que circulan por el sector sobre la posibilidad de que el manager de Katy Perry haya ‘pagado’ a la NFL para conseguir la actuación.
La polémica se mantiene desde que el pasado mes de octubre se realizó el anuncio oficial sobre la intervención de Perry en el evento. Y los reiterados desmentidos de la artista no han conseguido resolver las persistentes dudas sobre el asunto.
De hecho, se sigue asegurando que la oficina de Perry habría participado en una especie de subasta en la que también habrían intervenido los representantes de Coldplay, Rihanna y algunos artistas más.
La NFL querría así participar en un negocio que, según algunos cálculos de especialistas, suele contribuir a que los artistas doble sus ingresos anuales gracias a esta promoción impagable.
