‘Singles’, un disco de Future Islands

El tocadiscos

‘Singles’, un disco de Future Islands

Future Island

El grupo de Baltimore reinventa el tecnopop de los ochenta en su cuarto álbum. Ya lo decía Jackson Browne en la década de los ochenta: “una canción te llevará lejos”. Y la vigencia de esta máxima, que algunos artistas olvidan con demasiado frecuencia, ha quedado demostrada en esta segunda década del siglo XXI por el impacto conseguido por Future Islands gracias a un maravilloso tema llamado ‘Seasons (Waiting On You)’ que ha liderado, casi unánimemente, las listas de lo mejor del año, desveladas estos días por los expertos de las publicaciones especializadas.

En principio, gracias al efecto de ese éxito, el álbum que contiene este ‘diamante’, este ’Singles’ del que nos ocupamos, también ha aparecido en las listas correspondientes, aunque en posiciones menos privilegiadas. Se comprende. Finalmente, Future Islands no es un grupo especialmente ‘cool’. Ni tampoco tiene una imagen suceptible de ser utilizada por las empresas textiles para lanzar una nueva moda. Y no deberíamos olvidarnos nunca de que hoy por hoy, el negocio de la música depende en gran medida del dinero que le llega desde las pasarelas.

Para más de un crítico, quizá molesto con el éxito de estos veteranos, hasta ahora mismo, esta banda no era más que otro grupo vulgar, dedicado a mantener vivo el legado de las bandas del tecnopop de los ochenta. A repetir, con más o menos acierto, los esquemas que ya explotaron grupos como OMD, The Human League, Heaven 17, Ultravox y Depeche Mode, entre otros.

Todo demasiado ‘figurativo’ para quienes aspiran a que la nueva música electrónica se deshaga finalmente de cualquier ligazón con las melodías que se pueden tararear y los textos inteligibles. Y, sin embargo, es bastante posible que cuando alguien quiera recordar lo que pasó en el mundo de la música pop en 2014, el primer nombre con el que se tropiece sea con el de este trio de Baltimore que en los últimos 365 días ha pasado de tocar en clubs semivacíos, con capacidad para poco más de 300 personas, a llenar estadios.

Buena parte de la ‘culpa’ de ese éxito que tal vez ya no esperaran tiene que ver también con la potencia de un cantante que parece pegar más al frente de una banda de rock duro que en un grupo dedicado al pop electrónico. Se trata de Samuel T. Herring, un tipo de voz ronca e imagen desfasada que podría aspirar perfectamente a trabajar con los ACDC si en el futuro tienen que sustituir a Brian Johnson.

Así que Herring no es precisamente tampoco un modelo de pasarela. Pero el tipo canta bien y tiene una gran capacidad para transmitir emociones. La misma que han acreditado otros tipos duros a los que ‘más o menos’ se parece como Tom Jones o el recientemente desaparecido Joe Cocker. Un carisma de corte poco moderno, pero tremendamente efectivo sobre los escenarios. Más aún si se ha perfeccionado noche tras noche, en ese tipo de actuaciones en las que los músicos pueden sentir el aliento del público en la nuca.

También sus compañeros, el teclista Gerrit Welmers, y el guitarrista y bajista William Cashion, más el batería Michael Lowry que les acompaña en directo, saben estar sobre las tablas y defender con solvencia la oferta musical que han elaborado. Y, quizá por eso, cuando les ha llegado la oportunidad han estado a la altura de las circunstancias. Aunque ahora, cuando se pongan a trabajar en la continuación de ‘Singles’, seguramente tendrá que hilar muy fino, para que todo lo que han conseguido no se desvanezca en el aire.

Pero ese problema llegará luego. De momento, aún le queda bastante cuerda a este álbum, el primero también en el que han contado con el respaldo de una discográfica potente. Aun siendo un sello ‘indie’ 4AD, lleva en la brecha desde 1979 y ha acumulado prestigio y contactos suficientes para mover a sus artistas en estos tiempos difíciles. Algo que ha facilitado también el hecho de contar en su ‘cuadra’ con algunos tipos con prestigio, que también son capaces de vender muchos discos, como Bon Iver o Stereolab.

Para llegar allí, estos tres músicos de Baltimore cambiaron su forma de hacer las cosas, según han contado en las innumerables entrevistas de promoción realizadas a lo largo del año. Primero optaron por concentrarse en componer y se pusieron a dieta durante una buena temporada. Luego, ficharon a Chris Coady para que se encargara de la producción del disco. Un tipo con ojo y buena mano para fabricar ‘hits’ en el estudio, de cuya profesionalidad se han beneficiado artistas ‘multivendedores’ como Beach House.

La mano de Cody ha supuesto la guinda del pastel. O eso creen los tres miembros de Future Islands que parecen convencidos de que nunca hubieran fichado por 4AD sin la ayuda de este mago de los controles. Y como una cosa lleva a la otra, fue providencial estar en una escudería que durante la campaña de promoción del álbum pudo colocarles en el programa de televisión de David Letterman para que actuaran en directo.

Allí, ante un público más masivo de lo que jamás se habrían atrevido a soñar, tocaron su canción fetiche y, en ese mismo momento, cambió la historia. El video de aquel miniconcierto, colgado poco después en YouTube, se convirtió en un inesperado fenómeno viral inmediato. Y así sigue. Con cerca de tres millones de visitas acumuladas y subiendo. No está nada mal para el debut en la tele de una banda que hasta entonces apenas si había aparecido en algunos programas de ámbito local.

Después, por supuesto, se inició una gira interminable en la que aún están embarcados. Una serie de conciertos que les trajo incluso a España. En su paso por Madrid, en octubre, Future Islands, abarrotaron la ‘Joy Eslava’ y protagonizaron un concierto ‘vitaminizado’ y vigorizante que también ha contribuido a engrandecer su actual leyenda. De hecho, a estas alturas ya son una de las bandas favoritas de los aficionados de la capital de España.

En fin, que gracias a la suma de todos los factores enumerados hasta ahora, medio mundo ha podido disfrutar ya de este disco. Un álbum excelente, que quizá no sea demasiado revolucionario, ni este llamado a crear nuevos caminos para el pop. Aquí sólo hay diez buenas canciones, bien arregladas e interpretadas. En total, cuarenta minutos de música más que interesante. Con la virtud añadida de que se pueden bailar. Aunque no sea precisamente así, la mayor parte de la música de baile que se consume ahora.

Sólo por abrir el abanico diré que ‘A Dream Of You And Me’, la última canción del álbum, es mi tema favorito por el momento. Pero la verdad es que nadie puede negar la magia de ‘Seasons (Waiting On You)’, el tema que, como decíamos antes, ha dado a conocer al grupo en todo el universo conocido. Y hay unas cuantas joyas más en este cofre, como ’Spirit’, ‘Doves’ o ‘Like The Moon’, sin ir más lejos. Aunque a lo mejor a usted le gustan otras. Aquí hay cantidad y calidad suficiente para que cada uno haga su propia selección.

Más información