Ismael Serrano nos convoca a «defender la alegría en las trincheras»

El Interludio

Ismael Serrano nos convoca a «defender la alegría en las trincheras»

Ismael Serrano

El cantautor publica ‘La Llamada’, un disco que tiende puentes entre la canción de autor y los ritmos folklóricos latinoamericanos. Cuando nos encontramos con Ismael Serrano en su estudio, situado en un castizo barrio madrileño, faltan pocos días para que el artista protagonice uno de los conciertos más importantes de su carrera. Un recital gratuito y multitudinario que se celebrará en Vallecas, su barrio de toda la vida, y que servirá como inicio de la gira de presentación de ‘La Llamada’, su nuevo disco.

Pero esa actuación significa mucho más para él que el simple inicio de los trabajos promocionales del nuevo producto que lanza al mercado. Es una cita muy especial para un artista, cuya trayectoria vital ha estado muy ligada a los paisajes de su infancia. A ese arrabal mitológico en el que dió sus primeros pasos. Y ha sido así, incluso cuando los avatares de su vida profesional le han situado a muchos kilómetros de distancia de este territorio que siente como propio. Y al que siempre regresa. Como ahora.

La llamada, un disco de Ismael Serrano

«Estoy acojonado», nos confiesa, cuando le preguntamos que cómo se siente ante la inminente celebración de un evento que, además, servirá como cierre para ‘La Semana Vallekana’ que organizan el Ateneo Republicano y Tele K.

Así es, la actuación de Ismael Serrano pondrá punto final a siete días intensos, llenos de actos y debates, en los que los habitantes de este barrio tan especial y reivindicativo, habrán podido escuchar las opiniones de los tres primeros espadas de la izquierda alternativa española: Alberto Garzón de IU, Ada Colau de Guanyem Barcelona y Pablo Iglesias de Podemos, que intervendrán en tres días distintos y sin compartir escenario.

Un acontecimiento importante, pues, que también incluye un par de merecidos homenajes a figuras esenciales de la cultura del barrio. El cantautor Luis Pastor y el actor y dramaturgo Juan Margallo, que fundó la mítica sala teatral El Gallo Vallecano, cerrada hace 30 años, pero cuya memoria aún perdura en el corazón de los habitantes de la barriada.

Ismael Serrano está convencido de que estas calles confieren un carácter especial a sus vecinos desde el primer hasta el último minuto de sus vidas. «Si creces en Vallecas, inevitablemente, adquieres conciencia de clase», asegura. El cantautor cree, además, que este barrio es un ejemplo claro del papel que tiene el movimiento vecinal como red de solidaridad indispensable para el desarrollo de las ciudades.

Charangas y Batucadas

Así que se siente especialmente honrado por tener la suerte de contar en su concierto con la ayuda de las agrupaciones musicales de las asociaciones de vecinos vallecanas, que también tienen un claro carácter social. El cantante actuará acompañado de toda su banda y tendrá a su lado en algunos momentos del concierto a las charangas populares soplando sus metales. Los asistentes también escucharán a las potentes batucadas, que golpearan sus tambores en los temas más rítmicos de un repertorio que incluye, entre otras músicas, una samba y un candombe.

Concierto Ismael Serrano Vallecas

Pero, ¿cómo se gestó la colaboración entre Ismael Serrano y los activistas del Ateneo Republicano? Según asegura el cantautor, el encuentro fue providencial para él. «A mi me apetecía hacer una presentación especial de ‘La Llamada’. Y para ser fiel un poco al espíritu del disco. Quería hacer un concierto popular. Al aire libre. Y se nos ocurrió hacerlo en Vallecas». A partir de ahí, lo lógico era hablar con los responsables del Ateneo Republicano que estaban ultimando los detalles de su Semana Vallekana. El entendimiento fue rápido y la colaboración casi inevitable.

El cantautor explica que el nombre de su nuevo álbum hace referencia a una tradición aún vigente en los carnavales uruguayos. Al principio, era una manifestación espontánea. Algunos paisanos salían con sus tambores a la calle y la gente al oírlos se sumaba a la fiesta. Así se formaba un pasacalles que recorría las ciudades. Ahora esas llamadas se siguen realizando, pero son más organizadas. «A mi me gustaba esa idea de llamada, de llamamiento, de convocatoria que está presente en el disco. La propia canción, el sencillo, pretende eso: «Unete al grito de los cansados, escucha la llamada», afirma.

El compositor asegura también que con está colección de canciones busca conseguir una reacción en los oyentes. Quiere que sean capaces de levantar la mirada, en medio de la actual desesperanza y que se den cuenta de que no todo está perdido, a pesar de que parezca que el mundo va a derrumbarse por completo. «Me he acordado mucho de los versos de Mario Benedetti que dicen: «a defender la alegría como una trinchera… Se trata de eso. Y de que establezcamos entre nosotros unos vínculos que nos ayuden a recuperar la consciencia podemos cambiar la realidad», propone.

La crisis

Ahora que llega el momento de llevar al público el mensaje implícito en sus nuevas canciones, Ismael Serrano es consciente de que el mundo no pasa por sus mejores horas. De que la crisis ha puesto en duda muchos axiomas y ha derribado unas cuantas certezas. Y de que va a ser necesario librar una batalla muy dura para impedir que el actual proceso de deterioro social y político termine con una serie de derechos adquiridos que ha costado mucho conseguir. Pero no piensa, en absoluto, que todo esté perdido.

«Yo creo que este es un momento muy especial. Dramático en muchos aspectos, pero también crucial, porque nos estamos sintiendo protagonistas del devenir político, como hace tiempo no nos sentíamos. Los ciudadanos nos estamos mirando los unos a los otros y estamos encontrando respuestas a la hora de establecer complicidades que hacía mucho tiempo que no teníamos», reflexiona.

Y como no hay mal que por bien no venga, quizá de todas estas dificultades salga algo positivo. O ese, al menos, sería el deseo para el futuro de este artista que espera que en estos tiempos difíciles, «seamos capaces de romper la atomización en la que vive la sociedad y de afrontar los debates que nos corresponden, a la hora de, por ejemplo, organizarnos políticamente». Para el cantautor lo que toca es «desentenderse de los prejuicios, ser generosos y ser capaces de encontrar alternativas al modelo de sociedad en el que vivimos».

El cantautor es optimista. Opina que las convulsiones actuales se superarán. Y afirma que lo bueno de estos nuevos proceso políticos que se están viviendo es que son abiertos. Y que no se hacen en un café o en un despacho. Surgen en las plazas que se convierten en ágoras de debate efervescente. «Tenemos una oportunidad histórica en muchos aspectos y sería muy irresponsable desaprovecharla. Espero que quienes tienen capacidad para hacerlo, lleguen al entendimiento necesario para que exista ese espacio de encuentro en el que todos vamos a estar», concluye.

Ese contexto de crisis social y agitación ha marcado el trabajo que ha realizado Ismael Serrano para su nuevo disco. Una obra en la que, de momento, ha dejado un poco atrás la línea algo más romántica de su álbum anterior. Algo completamente lógico puesto que, en su opinión, la realidad en la que vive cada artista afecta al proceso creativo y tiene que reflejarse en lo que produce. Más aún, según él, no basta con ejercer el papel de espectador o cronista. Es necesario ir más lejos. «Hay que emocionarse para que las canciones surjan de forma natural. Ser también protagonista de la historia del mundo en el que vives y sentirse involucrado en lo que ocurre», afirma.

Madurez

Y, últimamente a Ismael Serrano, quizá le resulte aún más fundamental tener esa actitud permeable, esa mente abierta. Una circunstancia que Serrano relaciona con la madurez que se obtiene con la edad. «He cumplido 40 años. Y creo que a esta edad empiezas a recorrer un camino de vuelta que te permite desprenderte de prejuicios y afrontar la música desde otra perspectiva», dice. El lo ha notado especialmente a la hora de componer porque ha encontrado una perspectiva nueva para acercarse a la música. «He atendido más al ritmo, más a la canción por si misma. Hasta me han salido estribillos», bromea.

Aunque también admite que su paternidad reciente tiene mucho que ver con todos estos cambios. Con la manera, menos solemne y distanciada, en que ahora se toma las cosas. «Ser padre te hace relativizarlo todo, te ayuda a desprenderte del ego», asegura. Y también a ser menos contundente en muchos aspectos. «Cuando uno saca el primer disco cuando tiene 23 años pensaba ‘este es mi disco’. Y a quién no le guste que se joda. Porque esto es lo que yo hago. Ahora no es que uno pierda autoridad, pero si se presenta de otra manera. Este es mi disco, a mi me encanta, creo que es el mejor, pero no sé…¿Qué os parece?».

Ismael Serrano en concierto

El cantautor se felicita también de haber perdido buena parte de la soberbia que quizá tuvo hace unos años. Y de haber ganado ‘permeabilidad’ con el tiempo en un proceso que califica como «saludable». Pero, eso sí, algunas cosas no han cambiado. «Con mi música, no hago concesiones. Sigo haciendo lo que quiero y hay ciertas cuestiones que son innegociables», asegura rotundo.

De modo que el artista se encuentra en un proceso de mutación. Pero, ¿todavía hay más cambios? Quizá sí. Al menos en lo puramente musical. Durante toda esta entrevista, Ismael Serrano no se ha separado de su Taylor, una guitarra electroacústica de cuerdas de acero con la que, últimamente, suele actuar en directo. Ante mis preguntas sobre el instrumento, el cantautor me explica, orgulloso, sus peculiaridades. Se ve que sabe de lo que habla. No es extraño. En los últimos tiempos, los que ha dedicado a grabar su nuevo disco, ha tocado la guitarra más que nunca. Incluso se ha responsabilizado de grabar muchas de las que se escuchan, algo que antes no era habitual.

Pero esta vez, resultaba necesario para conseguir el clima sonoro que tanto él como Jacob Sureda, el teclista que le acompaña en directo y coproductor del disco, buscaban desde que bocetaron las primeras maquetas. Se trataba de evitar que la inmersión en los ritmos tradicionales latinoamericanos que han querido realizar en ‘La Llamada’ terminará sonando a vulgar ejercicio de estilo. Un mal, por cierto, muy extendido en los discos de la última generación de cantautores.

«Se trataba de traer los temas tradicionales a mi territorio. Por eso grabé yo las guitarras. Si nos sumergíamos, por ejemplo, en el son cubano, no queríamos que sonara exactamente igual que el ‘Chan Chan’ de Compay Segundo«, explica.

Esa es, por lo tanto, una de las principales novedades con que nos encontraremos al escuchar ‘La Llamada’. Como otros ilustres representantes de su generación, Jorge Drexler, por ejemplo, el artista de Vallecas parece haber descubierto la conexión que quizá haya existido siempre entre la canción de autor y los ritmos populares. Músicas, en su mayoría pensadas para facilitar la fiesta e incitar al baile.

Por eso esta vez, Ismael Serrano ha buscado melodías que conectasen con los aires del folklore. Con el inmenso manantial de la tradición iberoamericana al que últimamente también recurren muchos artistas punteros del universo anglosajón. Por eso, en este álbum de Serrano hay de todo. Desde una especie de ‘reggaeton’, como la canción que da título al disco a ‘bachatas’ dominicanas o ‘camdombes’ uruguayos.

Esa diversidad rítmica ha condicionado mucho la grabación de su último disco. Aunque la mayor parte del trabajo se ha hecho en Madrid, en este mismo estudio en el que ahora nos encontramos, Ismael Serrano y Jacob Sureda han tratado de «acudir a las raíces», a las fuentes. De ir «a lo tradicional en la medida en que hemos podido», sobre todo a la hora de captar el latido de las percusiones, fundamental en este caso.

«Hay partes, como las percusiones del candombe que están grabadas en Argentina, en Buenos Aires», explica. También hay una ranchera, con letra de Rodolfo Serrano el padre de Ismael que se ha grabado en México, entre otras cosas porque en la canción colabora Natalia Lafourcade, una de las artistas jóvenes de aquel país con mayor proyección. Además, las partes de cuerda se grabaron en Los Angeles, lo mismo que la masterización que también se realizó en EEUU.

Libertad 8

Pero nada de esto hubiera sido posible sin las horas, a veces solitarias, de composición y búsqueda que tuvieron lugar aquí mismo, en este estudio madrileño que el cantante ha diseñado a su medida. El lugar en el que se realizó todo ese trabajo, lleno de tensión creativa y paciencia, sin el que la música jamás fluiría. «Hay un proceso previo que es el de las maquetas, el de escuchar con calma, el de la búsqueda, que nos llevó a Jacob y a mí bastante tiempo. Muchos meses», rememora.

Miembro de una gloriosa generación de cantautores, crecida en el pequeño escenario del café ‘Libertad 8’ de Madrid, Ismael Serrano fue parte fundamental del proceso de reconquista del mercado protagonizado por un género que, en nuestro país, se ha asociado siempre a las protestas y las movilizaciones del final del franquismo. Una marca de serie que ha condicionado su evolución y no siempre para bien. O lo había hecho hasta que nuestro protagonista y sus compañeros de generación llegaron a los escenarios. Una época, la década de los noventa del pasado siglo, que el artista recuerda con cariño.

«Yo empecé a dar recitales mientras estudiaba la carrera. Era un universitario que soñaba con ser músico», recuerda. Y explica que «por aquel entonces existía en Madrid un circuito muy efervescente de garitos, de cafés, donde nos reuníamos muchos que habíamos oído en el tocadiscos de nuestros padres a gente como Joan Manuel Serrat, como Silvio Rodríguez. Queríamos continuar con esa tradición, pero construyendo nuestro propio relato a través de la música».

Ese fue el caldo de cultivo perfecto para que aquel muchacho que iba de «garito en garito con la guitarra al hombro», llamara la atención de una discográfica con la que sacó su primer disco en 1997. Después, según su propia descripción de los hechos, Ismael Serrano se dedicó a hacer por toda España, lo que ya hacía en Madrid. «Se puede decir que aquel año toqué en todos los sitios de este país en los se programaba música de autor en directo», asegura.

Y gracias a eso, probablemente, consiguió el éxito. Porque contra lo que el tópico parece indicar, para triunfar en este género es fundamental ‘ganarse’ al público desde el escenario de los bares especializados. Tocar bien y cantar bien en directo, sin trampas ni ‘pro-tools’. Mucho más que, por ejemplo, sucede con otro tipo de artistas adictos a los grandes recintos, que se dirigen a audiencias más mayoritarias y rentables, pero menos eruditas e informadas.

Quizá por eso, por esa comunión especial entre los cantautores y su público, que se produce en los buenos conciertos de canción de autor, Ismael Serrano asegura que, de alguna forma, su trabajo no ha cambiado mucho en estos veintitantos años de carrera transcurridos. «Si lo ves con perspectiva, las cosas no han cambiado tanto. Cuando saco un disco nuevo tengo que hacer el mismo ejercicio, echarme la guitarra al hombro y ponerme a tocar», afirma.

Aunque algunas cosas si han cambiado. Por ejemplo el impacto que ha tenido Internet en el negocio. Para lo bueno y para lo malo. Nadie puede negar que, en muchos sentidos, la Red ha creado una conexión directa entre los artistas y el público que elimina intermediarios, a veces molestos, y propicia una comunicación más sincera. Pero, al menos desde el punto de vista de Ismael Serrano, no todos son ventajas. Las nuevas tecnologías también tienen sus aspectos negativos.

«A mi me parece que eso de que en la Red no hay intermediarios es cada vez más relativo y que se ensalza sobremanera esa supuesta neutralidad. Hay una especie de ‘ciberfetichismo’ que nos está cegando con respecto a lo que de verdad sucede en Internet, porque efectivamente es una herramienta muy eficaz, pero también se utiliza para aislarnos en muchos aspectos. Para encapsular los mensajes, reflexiona.

Redes sociales

A pesar de esas prevenciones, el cantautor ha querido usar todo el potencial disponible en las redes sociales para el lanzamiento de su nuevo disco. Extender su convocatoria a través de las autopistas de la comunicación para que el público participara activamente en el proceso. «Pedimos a la gente que cantara con nosotros, que nos grabara coros, que nos ayudara a hacer un `lyric video’ (vídeos que incluyen las letras de las canciones)… Y la respuesta ha sido emocionante», asegura.

Ismael Serrano reconoce que los cantautores, como otros muchos artistas no suelen ser conscientes de la dimensión y el impacto que puede tener su obra en la vida de los demás, aunque pueda parecer uno de esos ataques de ‘falsa humildad’, frecuentes entre los miembros del respetable gremio del espectáculo.

Por eso, en esas ocasiones en que puedes tener un contacto más directo con tu público, puedes encontrarte de repente con historias impactantes y que le dan sentido al trabajo realizado. También que el creador sienta el peso de la responsabilidad en esos instantes emotivos en que los sentimientos parecen manifestarse casi a flor de piel.

Y esa puede ser también una compensación para los artistas, sobre todo en unos tiempos tan complicados como los actuales para la cultura en España. Una situación que, en opinión de Ismael Serrano, tiene una raíz muy clara: el deseo del Gobierno actual de castigar a los trabajadores del ramo. Sólo así el cantautor de Vallecas puede entender actos tan ‘supuestamente’ irracionales como la espectacular subida del IVA que se le ha aplicado a un sector, cuya actividad está gravada ahora con un 21%.

El artista cree que el sector paga el hecho de haber sido crítico con el Ejecutivo. Pero las intenciones de Mariano Rajoy y los suyos irían todavía más lejos. «Es también un castigo que se extiende a la sociedad en su conjunto. Una sociedad que tiene acceso a la cultura, es una sociedad informada y con mayor capacidad crítica.

Y, precisamente, eso es lo que quiere evitar este Gobierno. Por eso fomenta el ‘acriticismo’, asegura. Por eso, en opinión del artista, con las actuales políticas lo que se busca es «conseguir que la cultura sea una cuestión marginal, o de élites, a la que no pueda tener acceso la gente».

Pero hay también otros factores a tener en cuenta. Como la crisis, claro. Y el impacto que tiene en los bolsillos de los ciudadanos. Ahora, el ocio y la cultura no están entre las prioridades de unos ciudadanos, «cuya economía esta muy castigada y tienen otras necesidades más urgentes», explica. Al fin y al cabo, estamos en unos tiempos muy duros. Para todos.

La crisis global no habría hecho otra cosa que ahondar la crisis particular que ya vivía la música como sector productivo. De modo que los artistas están tratando de encontrar su espacio y siguen en la lucha, pasando por «las mismas dificultades» por las que pasa buena parte de la población. Y en este contexto endiablado para todos, según el cantautor, «el tejido de la industria musical va perdiendo su trama». Un proceso de descomposición imparable que no afecta sólo a la industria discográfica.

«Afecta a toda la industria musical que tiene que ver con los conciertos, que tiene que ver con la promoción de los conciertos, con todo el universo que hay alrededor de la música que está perdiendo muchos puestos de trabajo», afirma. En este punto, Ismael Serrano quiere dejar claro que él es consciente del privilegio del que goza, de la ventaja que supone que pueda todavía vivir de su música. Aunque eso no significa que no sea consciente de lo que pasa.

Latinoamérica

Es cierto, Ismael Serrano tiene éxito. Actúa con frecuencia, vende discos y llena teatros. Pero, probablemente, su situación no fuera la misma si no contara con el apoyo del público latinoamericano. Unos aficionados que, a diferencia de lo que sucede en España, sienten, en general, un gran respeto por la canción de autor. Por la palabra y la música que se preocupa de atenderla.

El, como Joan Manuel Serrat o Joaquín Sabina, entre otros, no ha tenido reparo en ir allí a ‘picar piedra’, a actuar en ese territorio que ha recorrido muy extensamente desde el inicio de su carrera. Desde que su primer disco se editó en Argentina y el se decidió a cruzar el charco para promocionarlo.

Tal vez eso explique que tenga tanto éxito allí, lo mismo que en México, Chile, Costa Rica, Colombia, Puerto Rico y casi todos los grandes mercados cultuales del subcontinente. Una prerrogativa de que han gozado muchos artistas españoles y que, sin embargo, se ha dado muy pocas veces en sentido contrario.

«Es verdad que Latinoamérica siempre ha sido especialmente generosa con nosotros y que quizá nosotros no hemos correspondido. Y no sólo en lo musical», reflexiona. Sin embargo, no deja de resultar extraño que algunos españoles se sientan más cerca de los habitantes de Bruselas, de Amsterdam o de Berlín que de los de Buenos Aires o Santiago de Chile.

Es cierto que España forma parte de Europa, pero, según el punto de vista de Ismael Serrano, en realidad aquí somos «profundamente latinoamericanos» y no sólo por la coincidencia idiomática. Son más bien los estilos de vida, muy parecidos, como la forma de entender el ocio, la forma de divertirse o la cultura común.

Aunque esa distancia, que ha aumentado últimamente, no siempre resultó insalvable. Hubo un momento, en la década de los setenta del pasado siglo, en que los tiempos y el contexto social que propició el fin del ‘franquismo’, hicieron posible un intercambio cultural muy intenso. Momentos en los que cantautores como Silvio Rodríguez, o figuras como Atahualpa Yupanki, se convirtieron en referencias musicales, y hasta ideológicas en España.

Pero ese puente se derrumbó en algún momento y dió paso a la situación actual, en la que, según la visión de este artista, las antiguas relaciones han sufrido una transformación, sobre todo por la mirada paternalista con que los españoles suele mirar hacia Latinoamérica. Una actitud equivocada que «nos impide aprender muchas cosas».

Enriquecernos con las experiencias acumuladas por la población de estos países y no sólo desde el punto de vista cultural. También en lo político o lo económico. Unas enseñanzas que, según Ismael Serrano, nos vendrían muy bien en esta época de crisis para ampliar las perspectivas con las que percibimos la realidad.

Y ahora que ha sido padre, ¿no le da miedo a Ismael Serrano llegar a convertirse en el papá de su canción?, En el protagonista de aquel himno de ‘Papá Cuéntame Otra Vez’, aquel ejercicio de reproche generacional que se convirtió en su primer gran éxito.

Una canción en la que se reprochaba a los presuntos héroes del 68, el haber contado la historia de aquellos tiempos, aderezada con un aliento épico que en realidad no tuvo. Por mucho que hubiera quien se jugara el tipo en aquellos años, pasará por la cárcel o hasta diera la vida.

Pero la versión final y más extendida de aquella batalla, quizá no se ajustaba demasiado a la realidad y vendía las renuncias ideológicas como una victoria del posibilismo que trajo un mundo mejor, sin tener en cuenta que lo que de verdad vino, sólo una década después, fue una devastadora revolución conservadora, cuyas consecuencias aún se dejan sentir. Y no para bien. A pesar de todo, Ismael Serrano admite que aquella generación tenía un relato común. Algo de lo que quizá, de momento, carezca la generación de la que forma parte el cantautor.

«No sé si mi generación tiene todavía un relato. Pero creo que ahora lo estamos empezando a construir y que sí, que al final tendremos algo que contar a nuestros hijos», dice. Para añadir luego, que lo lógico es que ellos también reciban los correspondientes reproches de quienes llegarán luego, porque no hay que renunciar nunca a la exigencia de crear un mundo mejor. A veces, lo malo no es fracasar. Lo malo es no poder decir que uno lo ha intentado», concluye.

Nos vamos. Ismael Serrano tiene que continuar con sus ensayos y seguir preparando su próxima gira. El cantautor calienta motores para conseguir que esa convocatoria que incluye ‘La LLamada’ su nuevo disco llegué con nitidez a todos aquellos a los que está dirigida. Ojala que sus deseos de extender la alegría en estos tiempos difíciles se conviertan en realidad. Eso sería lo mejor para todos.

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