Sobran ejemplos en la historia de quienes hacen gala de virilidad ante situaciones similares. El entonces joven dirigente del PP pensó ganar méritos en la isla y salió, como se dice por estas tierras, con el rabo entre las patas. Poco le faltó por solicitar el ingreso a las filas del partido comunista cubano.
Ángel Carromero, en versión libre del 007, viajó a Cuba en el 2012 para vérselas con el opositor Oswaldo Payá. Mientras conducía el coche a exceso de velocidad, ocurrió un accidente donde perdió la vida el cubano. Carromero fue declarado culpable de homicidio involuntario.
Para nada es de extrañar que al llamado de José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, nuestro personaje haya derramado unas lagrimitas de cocodrilo asegurando que nada tenía que ver con el presunto espionaje a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad.
Mencionarle a Carromero la palabra Cuba es como mostrarle al vampiro un crucifijo.
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Carromero, el gran espía llorón
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